Víctor Manuel: “Saber que no gustas a todo el mundo te pone en tu sitio”
Charlar con Víctor Manuel es como un entrenamiento de fútbol. Al principio es comedido, está como entumecido, pero a medida que avanza la conversación, va calentando los músculos y las respuestas van siendo largas, reposadas y con el sentido del humor de un tímido que, con los años, no ha conseguido librarse de esa compañía. La última vez que nos vimos fue en una tienda gourmet, pero el cine hizo posible que nos reencontraramos en el Festival de Cine de Málaga, un hábitat más ad hoc a nuestras profesiones. Presentaba el documental Solo pienso en ti, la emotiva historia de Antonio y Mariluz, los protagonistas de su ya emblemática canción…
The Luxonomist: Querido Víctor, me alegra mucho volver a verte…
Víctor Manuel: Gracias Amalia, igualmente. Ya no somos vecinos y nos encontramos menos.
TL: Seguir haciéndolo significa que seguimos en la pelea.
Víctor Manuel: ¡Con lo difícil que está todo! Es, sin duda, un privilegio.
TL: Quién me iba a decir que te iba a encontrar en un festival de cine…
Víctor Manuel: Ya he estado en algún otro certamen de este tipo, pero hace muchos años. Pero no como ahora, presentando un documental, que es un hecho extraordinario.
TL: ¿La sensación es diferente?
Víctor Manuel: Un poco sí porque, cuando ibas con una película, siempre había la incógnita de si gustaría o funcionaría. En este caso mi sensación es bien distinta, porque es un documental muy bien hecho y estoy convencido de que va a gustar mucho.
“No siempre la mejor canción es la que perdura en el tiempo”
TL: ¿Cuando lo viste por primera vez tuviste la sensación del trabajo bien hecho?
VM: Sí… y mira que no lo vi acabado del todo, le faltaban algunas cosas, pero tenía emoción y eso lo percibí inmediatamente. También es cierto que el tema y todos los componentes que lo rodean contribuyen a eso. Luego están los amigos que hablan bien de uno, pero eso es lo que menos me importaba de todo (risas). *(Se refiere a Iñaki Gabilondo, Joaquín Sabina, Miguel Ríos y Joan Manuel Serrat, que participan en el documental)
TL: Siempre está bien que quienes nos quieren nos recuerden por qué lo hacen (risas)…
VM: Sin duda, pero sabes que mi timidez impide que me sienta cómodo entre halagos…
TL: Hay una frase de uno de esos amigos que te define como “un asturiano que oye a Bob Dylan”
VM: Ya ves qué cosas dicen de uno (risas). La timidez no se cura con los años, cuesta trabajo desligarse de ella. Cuando oigo estas cosas me siento sepultado en azúcar (risas). Cuando me vengo muy arriba, porque me elogian mucho, siempre me acuerdo de un día que iba paseando por Asturias y venían de frente dos señoras de mi edad. Al pasar a mi lado, una le dijo a la otra: “Mira, Víctor Manuel”, y la otra le respondió: “No lo trago” (risas). Cosas como esa me ponen en mi sitio y entras en la normalidad. El elogio está muy bien, pero la vida real es otra.
“Cuando tienes opinión sobre las cosas, hay mucha gente a la que no le gusta lo que dices”
TL: Es bueno saber que no se gusta a todo el mundo…
VM: Eso es lo primero que aprendí siendo muy joven. Que cuando tienes opinión sobre las cosas, hay mucha gente a la que no le gusta lo que dices. Y no me refiero solo por las canciones. Eso, cuanto antes lo aprendas, mucho mejor, porque te va a quitar muchos sinsabores de la vida.
TL: Tal vez por eso, donde los demás vemos una noticia, tú ves una historia. Y así nace Solo pienso en ti…
VM: A veces veo sueltos en los periódicos y pienso: “Esto está escrito para mí” (risas). Es posible que tenga la habilidad de encontrar algo extraordinario, que no parece tener importancia, en pequeñas noticias perdidas en un rincón del periódico. He escrito muchas canciones al hilo de esos rincones. Mínimas, pequeñas historias, que a mí me parece que pueden ser una canción.
TL: Como la de Antonio y Maryluz, que se ha convertido en todo un himno…
VM: Cuando escribo Solo pienso en ti parto de una línea, que es cuando ellos terminan el trabajo, se cogen de la mano y se pasean por el jardín. A partir de ahí sale todo lo demás que, en parte, te lo inventas, lo imaginas.
TL: ¿Eres consciente de la visibilidad que has dado a la gente discapacitada que sus familiares tenían escondida desde hace años por vergüenza?
VM: Percibo que la canción ayudó a que con el tiempo, los vieran con naturalidad por lo menos. Se editó en 1979 y recuerdo que todas las citas que había en los medios decían “dos chicos con problemas”. Me hicieron muchos reportajes en aquel momento y en ninguno de ellos se hablaba de la discapacidad. Era algo que existía, pero como tú dices, estaba oculto en las familias. Hay una exposición con los recortes de periódico de esa época y son terribles las calificaciones que utilizaban en España para describirlos: oligofrénicos, mongólicos, subnormales. Ver todos esos artículos pegados en un mural es de una brutalidad.
“Las familias con personas discapacitadas pusieron la letra a ‘Solo pienso en ti’ y yo la música”
TL: Con tu canción dulcificaste esa percepción…
VM: Yo creo que, afortunadamente, el avance ha sido enorme. Son gente como los demás, con sus sentimientos y necesidades. Por fortuna, las familias se dieron cuenta de la necesidad de normalizar sus vidas, se preocuparon de crear asociaciones y de tirar del carro hacia adelante. La canción fue la guinda a todo eso. Ellos han puesto la letra y yo he puesto la música.
TL: ¿La mejor canción es la que perdura en el tiempo?
VM: No lo creo. Hay canciones que pueden pasar sin pena ni gloria y son grandes temas, mucho mejores que otras que aguatan el paso de los años. Las canciones tienen un tiempo y un espacio. A veces, no sabes muy bien por qué, no funcionan en un momento determinado y luego lo hacen. Nunca se sabe y tampoco tiene nada que ver con la oportunidad, sino que está relacionado con la sensibilidad de la gente, con la mirada que aplica a un determinado texto.
TL: De ahí que, cuando preguntas por Víctor Manuel a la gente, Solo pienso en ti es una referencia obligada…
VM: Ocurre con esa y con alguna más (risas). En una carrera de tantos años me ha dado tiempo a hacer 600 canciones. ¡Quién me lo iba a decir!