¿Es Nvidia el Hermès de la industria tecnológica?
En el vertiginoso mundo de los mercados globales, pocas comparaciones capturan la imaginación tan intensamente como la de equiparar a un gigante tecnológico con un proveedor centenario de exquisitos bolsos.
Esto mismo es exactamente lo que ocurrió el 18 de noviembre de 2025, cuando Mark Urquhart, socio de la firma de inversión Baillie Gifford, declaró durante una entrevista en la CNBC: “Nvidia es el Hermès de este mercado, ambos compiten en excelencia“.
Esta audaz analogía subraya no solo el dominio de Nvidia en el sector de los semiconductores, sino también los paralelismos entre la casa de lujo francesa Hermès y el fabricante de chips estadounidense en términos de prestigio de marca, valor impulsado por lo exclusivo y por su enorme atractivo para los inversores.
A medida que ambas compañías continúan redefiniendo el lujo en sus respectivas industrias, la moda y la inteligencia artificial (IA), analicemos qué hace que este paralelismo sea tan convincente.
Indudable paralelismo entre Hermès y Nvidia
Las trayectorias históricas de ambas empresas, aunque separadas por siglos y completamente diferentes industrias, revelan una filosofía compartida de excelencia y crecimiento calculado. Hermès remonta sus raíces a 1837, cuando Thierry Hermès fundó un taller de arneses de caballos en París, elaborando equipos ecuestres de alta gama para la realeza europea.
A lo largo de las décadas, la marca evolucionó hasta convertirse en un símbolo de elegancia atemporal, con productos icónicos como los bolsos Birkin y Kelly —nombrados en honor a las actrices Jane Birkin y Grace Kelly— que se convirtieron en referentes culturales.
Estos no son solo accesorios. Son símbolos de estatus con listas de espera de varios años, cosidos a mano por artesanos utilizando los cueros más finos, y que, a menudo se revenden por múltiplos de su precio minorista en mercados secundarios.
El éxito de Hermès radica en su escasez deliberada: la producción limitada asegura la exclusividad, impulsando la demanda y permitiendo precios premium.
La inteligencia artificial es territorio de Nvidia
Nvidia, fundada en 1993 por Jensen Huang, Chris Malachowsky y Curtis Priem, comenzó como pionera en unidades de procesamiento gráfico (GPU) para juegos y multimedia. Lo que comenzó con el chip NV1 para aceleración 3D, explotó en la década de 2000 con la serie GeForce, impulsando la revolución de los videojuegos.
Pero la verdadera metamorfosis de Nvidia llegó con la IA. En 2006, lanzó CUDA, una plataforma de computación paralela que desbloqueó las GPU para la computación de propósito general, incluido el aprendizaje automático.
Hoy, los chips H100 y Blackwell de Nvidia son el estándar de oro para entrenar modelos masivos de IA, impulsando desde ChatGPT hasta vehículos autónomos. Al igual que Hermès, Nvidia no inunda el mercado. Las restricciones de suministro para sus últimas GPU crean “listas de espera” para centros de datos y startups por igual.
Ambas empresas elaboran productos exclusivos
En el corazón de la analogía Hermès–Nvidia está el arte de la exclusividad controlada. Urquhart profundizó en la comparación, señalando que, si bien replicar un chip no es técnicamente un desafío (“Ninguna de estas cosas es tan difícil de hacer”), es la marca lo que eleva a Nvidia, al igual que un bolso Birkin no es solo cuero y costuras, sino una obra maestra de la artesanía.
“Hay una lista de espera para los bolsos Birkin y Kelly por una razón: son la cúspide de su industria”. Las GPU de Nvidia, optimizadas para cargas de trabajo de IA, cuentan con un bloqueo de ecosistema a través de software propietario como CUDA. Lo que la convierte en la ventanilla única para los desarrolladores. De la misma manera que los talleres de Hermès aseguran que ninguna imitación pueda igualar su atractivo.
Dos grupos con un tremendo músculo financiero
Este dúo de estrellas del mercado brilla notablemente desde el punto de vista financiero. A noviembre de 2025, Nvidia ostenta la corona como la empresa más valiosa del mundo. Tiene una capitalización de mercado de aproximadamente 4.55 billones de dólares.
Hermès, aunque de menor escala, tiene unos respetables 258 mil millones de dólares, lo que la sitúa entre los principales actores del lujo.
Ambas exhiben márgenes brutos envidiables o mejor dicho “Nvidiables”. El de Nvidia ronda el 78 % en chips de IA, una rareza en hardware. Y Hermès consigue constantemente rentabilidades de más del 60 % en sus artículos de cuero. Todo gracias a su poder de fijación de precios y baja rotación de inventario.
A los inversores les encanta estas fortalezas. Las acciones de Nvidia han subido más del 200 % en el último año gracias al bombo de la IA. Y mientras, Hermès ha entregado retornos anuales constantes del 20-30 %, resistiendo mejor las tormentas económicas que sus pares como LVMH. Otra gran fortaleza de estas compañías la constituyen sus activos intangibles que los competidores luchan por replicar.
Una comparación no exenta de riesgos
Para Nvidia, no es solo hardware, sino el software y la comunidad de desarrolladores. En Hermès, es el caché cultural que convierte un bolso de diez mil dólares en una reliquia de 100.000 dólares. Para los inversores, Nvidia y Hermès representan “calidad a un precio premium”.
Baillie Gifford, famoso por sus primeras apuestas en Amazon y Tesla, ve a Nvidia como indispensable para la era de la IA, del mismo modo que Hermès encarna una duradera sofisticación. Con la IA proyectada para añadir 15.7 mil millones de dólares a la economía global para 2030 (estimación de PwC), la trayectoria de crecimiento de Nvidia refleja la expansión de Hermès después de la Segunda Guerra Mundial hacia el prêt-à-porter.
Sin embargo, las valoraciones justifican precaución. Nvidia cotiza a 50 veces sus ganacias (PER) , mientras que el PER de Hermès es de 45, lo que invita a la volatilidad si el entusiasmo por la IA se enfría o el gasto en lujo flaquea.
En un mundo que anhela autenticidad en medio del ruido digital, Nvidia y Hermès nos recuerdan que el verdadero lujo, ya sea en código o en alta costura exige lealtad. Como Urquhart dijo, son “la cúspide misma”. Para los constructores de carteras, mezclar el combustible de cohete de la tecnología con el brillo constante del lujo podría ser la última jugada de diversificación.
