Pucará Orígenes, la cocina peruana de vanguardia que triunfa en Madrid
El local es acogedor, ecléctico y colorido, igual que su carta, en la que mezcla recetas tradicionales peruanas con sabores españoles.
Es estupendo comprobar que un restaurante que nació con una buena idea y una cocina rica, sigue triunfando tiempo después. Y así ha sucedido con Pucará, que si hace poco más de un año abría sus puertas con una propuesta de picoteo peruano con toques de cocina española, ahora riza el rizo con un nuevo restaurante que ahonda en los Orígenes y es, todavía, más innovador.
Un lugar vanguardista y acogedor
El local se abre al público como un lugar acogedor, ecléctico y colorido. Los sillones de terciopelo y estilo años 70 abrazan literalmente a mesas de mármol dispuestas en hileras y reservados, ideales tanto para encuentros de pareja, cenas con amigos o almuerzos de negocios.
Y las paredes, repletas de vitrinas, muestran al comensal desde discos a libros antiguos, piezas decorativas o bebidas premium. Un maremágnum de objetos cotidianos que lejos de desentonar, aportan un irresistible toque chic al lugar.
El viaje gastronómico de Pucará Orígenes
Sin embargo, nadie vuelve a un restaurante “solo” por la decoración. Es la carta la que conquista al comensal y en la que Pucará Orígenes mezcla la tradición con la originalidad ofreciendo platos atrevidos y disfrutones, aptos para paladares exigentes.
Son recetas que demuestran por qué la gastronomía peruana es una de las más ricas, versátiles y alabadas del planeta; y por qué su propuesta convence a lanzados y puristas. Porque ante todo, Gian Carlo Panzera y Patrick Griffiths siguen manteniendo, en esencia, la filosofía de su primer local.
La de ofrecer platos de cocina peruana en formato “tapa”, ideales para compartir, pero con elaboraciones cuidadas, divertidas e innovadoras, que en este caso sacan pecho de la tradición culinaria de cada rincón del país.
Porque Pucará Orígenes ofrece al comensal un viaje completo y exclusivo por los Andes, la selva o el altiplano de Perú. Lo hace a través de sabores, ingredientes y recetas populares a las que añade un punto canalla, disfrutón y vanguardista. Ese que le separa de la cocina “de plato grande” peruano sin perder identidad.
Delicias de aquí y de allí
Así, el ceviche de corvina es uno de los platos más demandados de la carta. Se acompaña de clásicos como los choclos, las canchas y un suave rocoto que casa a la perfección con la leche de tigre. Y si hablamos de imprescindibles con cítricos, buenísimas las gyozas de chupe con carabineros; las vieiras (con o sin rocoto) o el sorprendente tartar de atún.
Incluso los puristas se sorprenderán si se animan con los anticuchos de corazón de ciervo. Una carne apta incluso para quienes nunca se atreven con la casquería.
Mención aparte merecen las croquetas de cecina con rocoto ahumado (crujientes, melosas, deliciosas) o los sorprendentes torreznos acevichados. Dos ejemplos de propuestas peruano-españolas que aúnan con maestría recetas o ingredientes típicos de ambas gastronomías.
Un tándem culinario perfecto de tradición, sorpresas y mucho sabor.