Foto: Rodilla
Rodilla es famosa, sobre todo, por sus sandwiches. Los recuerdos sobre ellos se agolpan durante la juventud de miles de jóvenes madrileños, primero, y de españoles después. Llegaba el domingo y encima de la mesa compartían los “mejores sandwiches de Madrid”. Ha llovido mucho desde entonces, sobre todo desde la llegada del grupo Damm a Rodilla, de la mano de María Carceller.
Rodilla era y es sinónimo de calidad con los estándares más altos de higiene y de producción diaria. Algo sin duda de agradecer en un mundo en el que la comida rápida apuesta por todo menos por los ingredientes naturales, de cercanía. Quizá este sea el éxito de Rodilla, que sus clientes saben que comen productos ” de verdad” y por eso repiten y repiten.
El sandwich más vendido de Rodilla es el de ensaladilla, aunque a mí el que realmente me gusta es el foie- gras. Y hemos pasado de comer los domingos de Rodilla en casa a convertirlo en un ritual allí donde tenemos un establecimiento cerca. Son más de 150 en toda España, aunque la marca sigue siendo “Madrid”.
La llegada de María Carceller a Rodilla supuso una pequeña revolución en la empresa. Desde el look, con tiendas coquetas y una decoración cuidada y funcional; al acceso a Internet. Todo es reluciente, hasta en la forma de atender al público.
Además, la empresa ha adaptado y modernizado su fábrica del barrio madrileño de Carabanchel. Allí elabora anualmente 800.000 kilos de relleno y unos 25.000 kilos de salsa para sus sandwiches. Hasta el relleno suena a castizo.
Y sobre las cifras, Rodilla cuenta con algo más de 2.000 empleados, aunque en los establecimientos del sandwich trabajan diariamente unos 650. Porque además el grupo cuenta con otras marcas como el Café de Indias, Cafés Jamaica y restaurantes como La Vaca Nostra y la Hamburguesa Nostra.
María Carceller Arce (mano de hierro en guante de seda) ha aplicado el sentido común en los productos y la eficiencia en la gestión. Gracias a ello, la firma de restauración ha vuelto a los números verdes en los últimos dos ejercicios y se ha recuperado del “agujero de la pandemia”.
Y también es una empresa comprometida, ya que cuenta con empleados con discapacidad intelectual en algunas de sus tiendas.
La familia crece y recientemente han comprado una de las cadenas de pastelerías y panaderías más famosas de Portugal: A Padaria Portuguesa. Con ello suma unos 80 establecimientos más a su portfolio y unos 1.000 empleados. La operación representa la mayor inversión internacional de la compañía desde su llegada a Miami en 2019, lo que le permite consolidar su presencia en la Península Ibérica.
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