(Foto: Ritz-Carlton)
The Ritz-Carlton Hotel Company se constituyó en 1983, aunque en 1998 fue comprada por la cadena Marriott International. El origen de su marca se remonta a los hoteles Ritz fundados por César Ritz a finales del siglo XIX y principios del XX, y la marca ha sido pionera en definir el estándar del servicio de lujo.
Con más de un siglo de historia, no solo ha mantenido su estatus como icono del lujo, sino que también ha sabido innovar para seguir siendo relevante en la era de la transformación digital y las expectativas cambiantes de los huéspedes.
Su famoso lema “We are Ladies and Gentlemen serving Ladies and Gentlemen” refleja una filosofía que pone al cliente en el centro de cada interacción.
Otro ejemplo de su orientación hacia el cliente es su famosa regla de los 2 mil dólares. Esa que permite a los empleados gastar esa suma para resolver problemas de los clientes sin aprobación gerencial. A menudo se cita como un ejemplo de confianza en el personal, pero su verdadero valor radica en una estrategia de negocio más profunda: el valor de vida del cliente. Dado que un cliente promedio del Ritz-Carlton gastará 250.000 dólares a lo largo de su vida, esos 2.000 son una inversión calculada para mantener relaciones duraderas y leales.
Esto subraya que el Ritz-Carlton prioriza las relaciones sobre las transacciones individuales. Es un principio clave para cualquier empresa que busque la lealtad del cliente a largo plazo, complementado con una sólida capacitación en servicio al cliente que empodera a los empleados para crear experiencias impactantes.
Hoy, la cadena —propiedad de Marriott International— combina su herencia clásica con avances tecnológicos. Desde check-in digitale hasta habitaciones inteligentes con controles personalizados. La marca ha adoptado herramientas que mejoran la experiencia sin sacrificar el toque humano que la distingue.
Con un portafolio que supera las 100 propiedades en 30 países, el grupo hotelero sigue extendiendo su huella. Ahora abarca tanto destinos emergentes como los ya consolidados.
Entre sus proyectos más recientes y destacados se encuentra el Ritz-Carlton Reserve, en Nekajui, Costa Rica. Este resort, que incluye las exclusivas Residencias Ritz-Carlton Reserve, ha transformado la Península Papagayo, posicionándola como un destino global de lujo altamente codiciado.
Otro proyecto muy esperado es el Ritz-Carlton Riyadh, que promete llevar la excelencia característica de la marca a un nuevo y muy prometedor mercado.
Además, la sostenibilidad se ha convertido en un pilar clave. Iniciativas como la reducción de plásticos de un solo uso, programas de conservación de energía y alianzas con comunidades locales reflejan su compromiso con el lujo responsable. Para capturar al viajero moderno, que busca más que solo alojamiento, Ritz-Carlton se ha centrado en ofrecer experiencias únicas e inolvidables.
Esto se refleja en iniciativas como la Ritz-Carlton Yacht Collection, que extiende la opulencia de la marca a cruceros ultra-lujosos que exploran destinos exclusivos. Asimismo, a través de su programa “Memories Made Just Right”, la cadena personaliza cada estancia. Crea desde cenas privadas en lugares icónicos hasta aventuras culturales diseñadas a la medida de cada huésped.
A pesar de su reputación, la marca enfrenta el reto de competir con nuevos actores del lujo exclusivo o las expectativas de generaciones más jóvenes (millennials o Gen Z), que valoran autenticidad y conexión emocional. La respuesta ha sido una estrategia que equilibra tradición con innovación. Como su presencia en redes sociales con campañas que destacan el arte del servicio discreto.
La intensa competencia es un desafío clave para la marca en el mercado del lujo. En él se enfrenta a marcas consolidadas como Four Seasons, Mandarin Oriental, The Peninsula y St. Regis, así como a un número creciente de hoteles boutique independientes.
Para sobresalir, Ritz-Carlton debe centrarse en la diferenciación, manteniendo su reputación de excelencia y servicio inigualable. Al mismo tiempo que equilibra sus estándares globales con experiencias locales auténticas y personalizadas. Además, la marca debe adaptarse a las nuevas tendencias de lujo, como el auge de los microhoteles de lujo y las branded residences, que ofrecen a los huéspedes una mayor exclusividad y privacidad dentro de un entorno hotelero.
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