El regreso de las vacaciones puede ser todo lo duro que uno desee. Impedir que un abismo oscuro se apodere de nosotros y caigamos en la manida depresión postvacacional está en nuestra manos y muchas veces no requiere de un gran esfuerzo. Suelen decir que tras las vacaciones se regresa con las pilas cargadas, pero para que la batería no se nos agote la primera semana, es muy importante planear y afrontar ciertas decisiones que a buen seguro nos beneficiarán durante los próximos meses.
Retomar el equilibrio físico y emocional tras los excesos del verano resulta imprescindible. El que más o el que menos, durante las vacaciones, se adentra en una rutina que altera nuestro metabolismo. Ya sea por comidas inapropiadas, falta de descanso o relajación en las habituales tareas físicas que nos mantienen en forma durante el resto del año. Nuestro cuerpo sufre y coger ritmo no es fácil.
Por ello te recomendamos volver al gimnasio, a tu deporte preferido o empezar una actividad física nueva como zumba, pilates o bailes latinos. Son perfectos para quemar calorías y pasarlo bien. Si prefieres algo más relajante, prueba el yoga. Esta actividad mejora nuestra postura, reduce el estrés y tonifica tu cuerpo sin un fuerte impacto. Para coger el hábito sin agobios, programa al menos 3 sesiones por semana.
Enriquecer tu desarrollo personal y mantener la mente ocupada será el siguiente objetivo. Inscribirse en un curso de idiomas puede ser algo muy recomendable. Inglés o francés son clásicos útiles, tanto para el trabajo como para viajar. Pero si te planteas retos nuevos, puedes iniciar presencial o de forma online el aprendizaje de un nuevo idioma.
Lo importante es fijarse una meta realista, para no ceder en el empeño. Mejorar tu nivel en tres meses o presentarte a un examen oficial básico a final de curso es algo que sin duda puede ayudar. Tocar un instrumento, pintar, cocinar o coser puede llenar tu tiempo libre de sentido práctico y ayudarte a afrontar el regreso de las vacaciones con otro ánimo.
Ampliar tu círculo de amistades y salir de la rutina social debería ser tu siguiente objetivo. Apoyado en el anterior paso o como elemento independiente, es bueno establecer vínculos sociales tras el verano con personas con las que compartas afinidades.
La astronomía, el senderismo, visitar museos o un club de lectura son ejemplos que pueden aportar esa dosis de sociabilidad que todos necesitamos en los meses más fríos del año. En el fondo se persigue compartir experiencias propias y ajenas para mantener nuestra mente y nuestros recuerdos activos.
Nada es más reconfortante que encontrar el bienestar emocional ayudando a otros. El voluntariado permite ayudar directamente a las personas, comunidades o causas que lo necesitan. Desde la atención a mayores, hasta la protección del medioambiente o la lucha contra la pobreza.
Tu tiempo y tus habilidades pueden marcar una diferencia real y te ayudará a relativizar el estrés diario, valorar lo que tienes y mejorar tu ánimo desde la empatía al regreso de las vacaciones. Al involucrarte en causas sociales, cambias de perspectiva. Comprendes mejor otras realidades y aprecias más lo que tienes y ello te hace crecer como persona y te aleja del individualismo.
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