Los Trump celebran un Halloween no exento de críticas hacia Melania
Las redes sociales se llenaron de comentarios cuestionando el contraste entre el lujo de la decoración y la difícil situación económica de muchas familias.
El presidente Donald Trump y la primera dama Melania Trump celebraron Halloween en la Casa Blanca, manteniendo una tradición anual previa al evento en la que el mandatario y su esposa reciben a decenas de niños para repartir dulces. El evento tuvo lugar en el jardín sur, que está decorado para la ocasión con calabazas, luces y motivos otoñales.
Allí, los niños recibieron barras de chocolate Hershey con el sello presidencial. Entre los asistentes se encontraban funcionarios de la administración, como Karoline Leavitt y Stephen Miller, acompañados de sus hijos.
 
Melania y Donald Trump recibieron a los más pequeños en la Casa Blanca
El presidente Trump acababa de regresar de una gira diplomática por Asia, que incluyó paradas en Malasia, Japón y Corea del Sur. Durante el viaje, Donald Trump se reunió con líderes como la primera ministra japonesa Sanae Takaichi y el presidente chino Xi Jinping, alcanzando acuerdos para aliviar las tensiones comerciales entre Washington y Pekín.
Su regreso a Washington coincidió con esta celebración, en la que destacó su tono distendido al bromear con los asistentes y firmar una pelota de golf para un adolescente disfrazado.
Uno de los momentos más comentados de la noche fue la aparición de tres niños disfrazados del propio Trump, Melania y un agente de seguridad, lo que provocó risas entre el público y el presidente.
 
Críticas al gasto por Halloween
Sin embargo, la celebración también ha estado rodeada de cierta polémica. Melania Trump ha recibido críticas por la ostentación de las decoraciones, especialmente por llenar la fachada de la Casa Blanca con docenas de calabazas, en un contexto en el que millones de estadounidenses podrían perder sus beneficios alimentarios del programa SNAP debido a recortes del gobierno.
Las redes sociales se llenaron de comentarios cuestionando el contraste entre el lujo de la decoración y la difícil situación económica de muchas familias. Algunos usuarios ironizaron sobre el gasto, sugiriendo que las calabazas podrían haberse usado “para alimentar a los necesitados”.
Pese a las críticas, el evento transcurrió con un tono festivo, reafirmando la celebración como una tradición simbólica de la presidencia estadounidense.

 
 
 
 
 
 
