¿Cómo afrontar una situationship con éxito?
Entre el amor y la nada: cuando el compromiso queda fuera de la relación.
No es ningún secreto: las relaciones amorosas han cambiado tanto en las últimas décadas, que podría decirse que se han transformado totalmente. Dejando de lado la revolución sexual, que queda tan lejos que ni nos acordamos, donde antes existía un guion previsible (conocerse, noviazgo, compromiso y matrimonio) ya no hay caminos definidos. Ni mucho menos etiquetas para explicar lo que se traen entre manos las nuevas generaciones en materia amorosa.
Concretamente los Z, también conocidos como Centennials y que tienen ahora entre 13 y 30 años. Hablamos de la situationship, un tipo de relación desconcertante y poco definida que puede causar estragos en la persona que desearía algo más. Toma nota de lo que significa y por qué la situationship es menos inocua de lo que quieren pensar los recién estrenados adolescentes.
Generación nueva, códigos nuevos
Los nacidos a partir de 1995 tienen sus propios códigos y sus relaciones nada tienen que ver con las que tuvieron sus padres o abuelos. Huyen del encasillamiento y, sobre todo, del compromiso. Y en ese contexto surgió la situationship, un concepto demasiado conocido entre ellos como para que pase desapercibido. Aunque el término no es nuevo.
De hecho, comenzó a popularizarse desde el año 2017 gracias a una autora del Cosmopolitan, Carina Hsieh, para referirse a ese tipo de relaciones romántico-sexuales mal definidas. Viene del inglés y combina “situation” (situación) con “relationship” (relación), dando lugar a una especie de “situación relacional” poco definida.
Como su nombre indica, la situationship no define a una pareja formal, pero tampoco es la típica aventura de una noche. Y en esta “no definición”, tampoco hay títulos ni etiquetas. Lo que sí hay son encuentros físicos, cierta intimidad y, a veces, un cariño ambiguo que no acaba de cuajar dentro de lo que tenemos en mente por compromiso. Y precisamente ahí radica su complejidad.
Relaciones sin etiquetas: ¿comodidad o evitación?
Desde el punto de vista psicológico, las situationship encajan muy bien con las personas que tienen un modelo relacional evitativo. Es decir, son vínculos que a menudo suelen surgir en personas que desean intimidad, pero no a cualquier precio, ni mucho menos renunciando a su libertad. Lejos de ello, no quieren implicarse emocionalmente ni asumir las responsabilidades de una relación convencional.
En este sentido, las situationship son todo ventajas para aquellos que priorizan su independencia, sus objetivos o que, simplemente, no se sienten preparados para una relación estable.
¿Dónde está la ventaja? Muchos jóvenes las defienden porque supuestamente no hay drama, cada uno va a lo suyo y no hay ataduras. La desventaja es que esta libertad feliz y aparente, en la que no hay que dar explicaciones, puede volverse amarga cuando una de las dos personas empieza a sentir más de lo que la propia situación le permite expresar.
La disonancia de hacer cosas de novios sin serlo realmente
Una de las paradojas más frecuentes en las situationships es que, sin el título de novios, se producen las dinámicas de novios típicas de toda la vida: duermen juntos, comparten planes, incluso hablan a diario o se preocupan el uno por el otro. Se produce todo, excepto el compromiso. Y es aquí donde surge uno de los problemas más comunes: la disonancia cognitiva. Esta supone un desajuste entre lo que se hace y lo que se es, generando desconcierto y produciendo un gran desgaste para el que querría dar un paso más en la relación.
Quien accede a una situationship muchas veces no lo hace libremente, sino como una forma de estar cerca de la persona a la que quiere, aceptando el único tipo de vínculo que esa persona está dispuesta a ofrecer. Esto puede derivar en un patrón de autoengaño por el que se finge que todo está bien y que se acepta la situación. Sin embargo, la realidad es que esta persona sufre porque aspira a una relación que nunca llegará a consolidarse por la falta de compromiso.
Dispuestos a todo con tal de mantener la relación
Desde el punto de vista psicológico, las personas que están dispuestas a todo con tal de mantener el vínculo son las que encajan con el estilo de apego ansioso definido por la teoría del apego de John Bowlby. Este perfil es contrario al evitativo, ya mencionado. Describe a aquellos que desean relaciones estrechas, pero que viven con miedo al abandono. Por ello tienden a conformarse con relaciones ambiguas, aferrándose a ellas incluso cuando no son correspondidos o no hay suficiente reciprocidad.
Generalmente, quienes aceptan una situationship a pesar de querer una relación formal, suelen compartir ciertos rasgos: baja autoestima, miedo a estar solos o dificultad para poner límites. También se da más en personas que han interiorizado la idea de “mejor esto que nada” o que sienten que no merecen algo más serio. Esto no solo puede generar más dependencia emocional, sino que alimenta la creencia romantizada de que el amor tiene que doler o ser platónico para ser real.
Las chicas suelen salir peor paradas en una situationship
Aunque también afecte a chicos, es más frecuente que sean las mujeres quienes se adapten a esta forma de vínculo como forma de acceso a la intimidad. ¿La razón? Culturalmente, a las mujeres se le ha enseñado que el afecto se gana, o incluso que hay que trabajárselo. Pero también porque, evolutivamente, las mujeres no suelen necesitar buscar el sexo: acceden con más facilidad a él, pero muchas veces deseando un vínculo más profundo que el ofrecido en las situationships.
Las situationships empiezan a aparecer en la adolescencia, cuando debutan las primeras experiencias sexuales y afectivas. Por ello los padres jugamos un papel clave, no para evitar que ocurran —esto sería imposible—, sino para ayudar a que nuestros hijos se relacionen con más conciencia emocional y respeto hacia sí mismos.
Algunos consejos para dar tus hijos adolescentes
- No te conformes. Estar con alguien que no te corresponda o quiera lo mismo que tú será una satisfacción puntual, pero te hará sufrir en el futuro.
- Hazte estas preguntas: ¿Qué espero de esta relación?, ¿lo que obtengo me hará sentir bien a largo plazo?, ¿estoy siendo honesto conmigo mismo?
- Aprende a detectar las señales de falta de compromiso en frases como “no quiero nada serio” o “vamos viendo”. Si tú quieres algo serio, no te autoengañes: esa relación no te conviene.
- Piensa que a veces, alejarse también es cuidarse.
- Buscar el amor y sentirse querido es tan legítimo como el necesitar confiar en el otro.
Con las niñas será especialmente importante hablar desde la honestidad, explicándoles que tener relaciones sexuales implica una conexión que no siempre se corresponde con el vínculo emocional ellas buscan. Y que decir “no” a lo que no les satisface es un acto de dignidad, no de debilidad. Así como querer un compromiso no tiene por qué ser sinónimo de que esté “necesitada”, sino con la asertividad de pedir lo que desea.