Julio Peña: “Soy demasiado joven para ponerle un título a mi vida”
Su juventud no le ha impedido a Julio Peña hacer una carrera exitosa con status de estrella en Latinoamérica incluido. El chico Disney e imagen, desde hace cuatro años, del perfume Armani Code Elixir, ha mutado en un actor solvente que se enfrenta al personaje, que puede significar el punto de inflexión definitivo en su carrera. Alejandro Amenábar lo tuvo claro y le convirtió en Miguel de Cervantes en su nueva película. El cautivo narra los años de prisión del autor de El Quijote en Argel, una etapa muy desconocida del escritor y que llega a los cines el próximo día 12 de septiembre. Antes le espera el Festival de cine de Toronto…
The Luxonomist: Cuando leemos tu trayectoria se percibe que han pasado muchas cosas en muy poco tiempo. ¿Tus 25 años han sido más rentables de lo imaginado?
Julio Peña: En estos últimos años he tenido la suerte de participar en varios proyectos importantes. Me siento muy agradecido por esas oportunidades y orgulloso de cómo he afrontado los retos que han traído consigo. No suelo pensar en mi vida en términos de si es rentable o no, ni me gustan las expectativas; prefiero simplemente recorrer el camino y aceptar que lo que ocurra es lo que tenía que suceder.
TL: ¿Qué te ha dado la interpretación que no encontraste en otra actividad de la vida?
JP: La interpretación me despierta una enorme curiosidad; es una disciplina que me impulsa al autoconocimiento y a la superación. Creo que, por muchos años que lleves actuando, siempre hay espacio para seguir perfeccionando tus habilidades y adquirir nuevas herramientas que enriquezcan tu trabajo. Además, es una profesión que puedes ejercer durante toda la vida, y eso la hace aún más apasionante.
“Que la puedas ejercer toda la vida hace de la interpretación algo apasionante”
TL: ¿De niño ya eras el teatrero de la pandilla?
JP: Sí, el teatro siempre ha formado parte de mi vida y ha sido determinante en la construcción de mi personalidad.
TL: ¿El músico puede llegar a jubilar al actor o te esfuerzas por equilibrar la balanza?
JP: No lo creo, aunque tampoco lo sé con certeza. No imagino algo que pudiera apartar la actuación de mi vida. La echaría de menos y terminaría regresando, ya fuera a la ficción o al teatro. Pero si tuviera que elegir otra cosa, en este momento sería la cocina antes que la música.
TL: ¿Queda algo del chico Disney en el actor maduro de hoy?
JP: Siempre habrá algo de Disney en mí, al igual que de todos los proyectos en los que he participado. Son trabajos que me han formado en la ficción y tanto mi evolución como actor como mi personalidad estarán siempre ligados a esos proyectos que me hicieron crecer.
TL: ¿Pensar que cada cosa que haces puede ser la última, que todo es efímero, te lleva a saborear cada momento con más intensidad?
JP: No lo veo de esa manera. Siempre intento vivir el proceso y el momento, porque disfruto mucho de ello. Nunca pensaría que el proyecto en el que estoy pudiera ser el último, porque eso significaría que seguir actuando no depende de mí, y no es así. Siempre existen más caminos y nuevas oportunidades.
“Una de las cosas que más disfruto del cine es la conversación que surge después”
TL: ¿Cuando uno recibe la llamada de Amenábar se pellizca para comprobar que no es un sueño?
JP: Bueno, en realidad no fue tan abrupto como recibir una llamada, pero sí es cierto que hasta que no estuve en el set de rodaje de la película no fui plenamente consciente de que aquello era una realidad.
TL: ¿Contar historias era la única esperanza de libertad del joven Cervantes?
JP: Contar historias es su manera de no permitir que le arrebaten la libertad, de ayudar a mantener viva la esperanza. Al narrarlas consigue liberar el alma y por eso sigue haciéndolo.
TL: ¿El cautiverio físico y emocional es lo que lleva a Cervantes a cuestionar sus impulsos sexuales?
JP: Se podría ver así… Cervantes descubre en Argel un mundo muy distinto al que estaba acostumbrado y, siendo una persona de gran sensibilidad, es evidente que eso le afecta. Pero creo que esa es una pregunta que corresponde al espectador. Una de las cosas que más disfruto del cine es la conversación que surge después y espero que la gente tenga charlas interesantes tras ver la película.
TL: El cautivo descubre una etapa muy desconocida en la vida de Cervantes. ¿Crees en el poder didáctico del cine?
JP: Por supuesto. El cine tiene una enorme capacidad didáctica. A través de las imágenes y de las emociones que despierta, nos acerca a épocas, personajes y realidades que quizá desconocíamos o de las que solo teníamos una idea superficial. En ese sentido, puede ser una herramienta muy poderosa para aprender, porque no solo transmite información, sino que lo hace de una manera que conecta directamente con la sensibilidad del espectador. En el caso de esta película, creo que además de entretener, puede invitar a reflexionar y a descubrir una parte poco explorada de la vida de Cervantes.
“Como actor, transmitir y compartir historias es un privilegio”
TL: ¿Disfrutas contando historias o escuchándolas?
JP: Soy actor, y claro que disfruto contando historias… pero también, como cinéfilo, disfruto cuando me las cuentan a mí. No sé si Julio es tan buen cuentacuentos como Cervantes, pero lo que sí sé es que el simple hecho de poder transmitir y compartir historias ya es un privilegio.
TL: Como buen amante de la cocina… ¿cuál sería ese menú irresistible para conquistar?
JP: Depende de a quién quieras conquistar… Para mí, la cocina de producto, sencilla y sin demasiadas complicaciones, la de nuestras abuelas y abuelos, siempre es la que llega al corazón.
TL: ¿Cuál es el plato del que te saturarías con placer?
JP: Puedo beber litros y litros de gazpacho.
TL: Desde hace tiempo sabemos que hueles a Armani Code Elixir, pero… ¿cuál es ese olor que te transporta a la infancia?
JP: No sabría definirlo… Es una mezcla de olores imposible de atrapar con palabras, pero estoy seguro de que cualquiera puede sentir a qué me refiero.
TL: Tres palabras que definan el momento que está viviendo…
JP: Inflexión, caos y concentración.
TL: Imagínate que te piden que escribas tu vida. ¿Cómo titularías el libro?
JP: Creo que aún soy demasiado joven para ponerle un título a mi vida.
“Lo peor de la fama… que la gente te prejuzgue”
TL: Imagínate que lo haces cuando llegue el momento y deciden ficcionar tu historia. ¿Quién dirigiría la película?
JP: Tengo que decir Ámenabar… o Tarantino, si me permites añadir un poco de libertad creativa.
TL: ¿Lo mejor que te gustaría escuchar de ti?
JP: Que soy buena gente y trabajador.
TL: ¿Lo más impensable que te ha dicho un/a fan?
JP: La verdad es que nada especialmente loco…
TL: ¿Qué es lo peor de la fama?
JP: Sin duda alguna que la gente te prejuzgue.
TL: ¿Eres de dar consejos aunque no te los pidan?
JP: Solo los doy cuando me los piden. Y, si no es así, prefiero animar siempre a la gente a confiar en su instinto.
TL: ¿Esa situación o persona que te ha dejado sin palabras?
JP: Algunas películas tienen ese poder: dejarme completamente sin palabras.
TL: ¿Un miedo que no sepas controlar?
JP: Los aviones.
Temor que tiene que empezar a superar porque, durante la promoción de El Cautivo, va a tener que subirse a unos cuantos. El primero con destino el Festival de Cine de Toronto. Las maletas ya están hechas…