(Foto: Gtres)
La reciente visita de Donald Trump a Reino Unido ha provocado que regrese a la actualidad un episodio del pasado que afectó a su anfitrión, Carlos III. Porque el propio monarca se encargó de recordar, en su discurso en el banquete de gala en honor al Presidente de los Estados Unidos y su esposa Melania, la relación sentimental que pudo tener con Tricia Nixon.
“Si los medios de comunicación hubieran tenido éxito en la década de 1970, en su propio intento de profundizar esa relación especial, yo mismo podría haberme casado dentro de la familia Nixon”, dijo jocoso Carlos III en su discurso previo al banquete. El comentario provocó la risa de Trump, quien se giró para compartir su reacción con su compañera de asiento esa noche, Kate Middleton.
Como bien dijo el Rey en su discurso, a lo largo de su vida ha estrechado los lazos con numerosos presidentes de Estados Unidos. Pero en una ocasión estuvo a punto de convertirse en parte de una familia presidencial.
En 1970, cuando Carlos tenía 21 años, Richard Nixon lo invitó junto a su hermana, la princesa Ana, a una visita oficial a Estados Unidos. Nixon, inmerso en la difícil coyuntura de la guerra de Vietnam, buscaba mejorar su imagen pública y vio en el joven heredero una oportunidad única. Convencido de que un vínculo personal con la realeza británica reforzaría la relación bilateral, intentó que Carlos estrechara lazos con su hija mayor, Tricia Nixon, dos años mayor que él.
El presidente organizó un intenso programa que mantuvo a ambos en contacto constante. Compartieron un partido de béisbol en el Estadio RFK, cenas oficiales y actos públicos en la Casa Blanca. La prensa estadounidense no tardó en especular sobre un posible romance, mientras Tricia aparecía segura y carismática ante las cámaras, en contraste con un Carlos tímido y aún inexperto.
Nixon, en memorandos a Henry Kissinger, describió al príncipe como “la verdadera joya” de la realeza británica y consideraba esta relación potencial como un símbolo de la alianza entre ambos países.
Sin embargo, aquel acercamiento nunca prosperó. Aunque Carlos agradeció la hospitalidad de la Casa Blanca con una sentida carta, sus intereses sentimentales estaban ya orientados hacia otra figura clave en su vida: Camilla Parker-Bowles, a quien conoció ese mismo verano en Inglaterra.
Décadas más tarde, el propio Carlos III recordaría la presión del presidente para emparejarlo con Tricia como una anécdota divertida. Incluso llegó a bromear sobre ello durante una visita a George W. Bush, aconsejando que no intentaran casar a sus hijas con sus hijos William y Harry.
Por su parte, Tricia Nixon siguió un camino más previsible. Menos de un año después de las especulaciones con el príncipe, se casó con Edward F. Cox, estudiante de Derecho en Harvard, en una ceremonia celebrada en la Rosaleda de la Casa Blanca. Permanecen casados y tienen un hijo en común.
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