Terapias Bottom-up: qué son y cómo pueden ayudarte

Los enfoques terapéuticos más demandados en los últimos años.

Patricia Peyró. 30/09/2025
Foto: Freepik.

Al igual que sucede en cualquier otra disciplina científica, la psicología no está libre de modas y tendencias. Y en los últimos años, cada vez se oye hablar más de las terapias bottom-up. El término puede sonar técnico, pero en realidad se corresponde con el cambio actual en la manera de entender cómo funciona la mente y cómo tratar el sufrimiento psicológico. 

En nuestros días, en lugar de centrarse solo en los pensamientos, las terapias tienden a ser más integradoras y buscan intervenir en el cuerpo, en las emociones y en la memoria implícita. Además, por ese orden. Os explicamos los nuevos y más populares enfoques terapéuticos del momento dentro de la conocida psicología o terapias bottom-up.

El interés creciente de este tipo de intervenciones tiene que ver con el avance en neurociencias, por el que se ha llegado a la conclusión de que los episodios dolorosos o traumas de nuestra vida no dejan sólo huella en nuestra memoria. También lo hacen en los circuitos de alerta del cerebro y en el propio cuerpo.

Por eso, intentar resolver el dolor solo con un enfoque racional, con la conocida como terapia cognitiva o incluso con la terapia cognitivo-conductual puede quedarse corto. Sin embargo, las terapias bottom-up ofrecen un acceso más directo y menos racionalizado, al basarse en la biología, buscando el origen del síntoma y centrándose en el sistema nervioso como punto de partida.

¿Qué significa bottom-up?

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Las terapias bottom-up centran la mirada en el cuerpo y la experiencia, recordándonos que la psicología no es estática, sino que evoluciona con la ciencia (Foto: Freepik)

Literalmente, bottom-up significa “de abajo a arriba”. En psicología cognitiva y de la percepción, el término describe el procesamiento ascendente de los estímulos: cuando construimos la experiencia a partir de los datos sensoriales. Lo contrario sería el top-down, guiado por expectativas y conocimientos previos.

Sin embargo, en el sentido clínico, se refiere a enfoques terapéuticos que parten del cuerpo y del sistema nervioso, trabajando con sensaciones y respuestas primarias del organismo. La idea es que la mente racional no siempre lleva las riendas. De hecho, muchas de nuestras reacciones provienen de memorias implícitas, almacenadas solo en el cuerpo y en el sistema nervioso.

Por ello, en lugar de empezar analizando pensamientos o ideas (que puede decirse estarían en el estrato superior de nuestro procesamiento intelectual), las terapias bottom-up buscan intervenir primero en el cuerpo, para que después la integración cognitiva llegue de manera más natural.

Diferencias respecto a las terapias más clásicas 

Las terapias que dominaron el siglo XX, como el psicoanálisis o las corrientes más puramente cognitivas, se centraban en la palabra, en la interpretación o en la reestructuración del pensamiento. En cambio, los enfoques bottom-up ponen en primer plano la vivencia física y emocional, y sólo después llega la integración narrativa. Esto no significa que sean incompatibles: en realidad, cada vez más terapeutas utilizan un modelo integrador, combinando lo mejor de ambos mundos.

Por qué funcionan las propuestas bottom-up

La evidencia es creciente, sobre todo en trauma y ansiedad. Personas que no habían mejorado con terapias más clásicas encuentran avances significativos al trabajar desde el cuerpo. Aunque, en realidad, el mecanismo no tiene mayor misterio: al intervenir en el sistema nervioso y permitir que se completen respuestas bloqueadas en el pasado, la mente logra integrar la experiencia mucho más fácilmente y de forma menos dolorosa.

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Se llaman así porque van desde nuestro cerebro más primitivo hasta lo más alto del procesamiento cerebral (Foto: Unsplash)

Las terapias bottom-up más conocidas

Son varios los enfoques terapéuticos que han ido ganando visibilidad en los últimos años:

EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares)

Su mecanismo terapéutico consiste en la estimulación bilateral de los hemisferios cerebrales mediante movimientos oculares, con toques alternos, o con sonidos, facilitando que el cerebro rescate recuerdos que no están bien elaborados, reprocesando los recuerdos traumáticos e integrándolos para que no generen malestar ni síntomas en el presente. Además, tiene mucha psicoeducación para el paciente.

Brainspotting

Derivada de EMDR, esta técnica utiliza la fijación de la mirada en puntos concretos como vía de acceso al material emocional bloqueado. Como sucede en la anterior propuesta, permite conectar con memorias no verbales con gran profundidad.

Mindfulness y meditación

Conocidas desde hace siglos, ahora se aplican en psicoterapia para entrenar la atención plena y disminuir la reactividad emocional. En clave bottom-up, sirven para identificar las sensaciones corporales sin huir de ellas. También para tolerarlas mejor desde la comprensión y la empatía hacia uno mismo.

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Terapias como el EMDR, el brainspottin, el tapping o el TRE se centran en el sistema nervioso para llegar a las partes racionales después (Foto: Unsplash)

Terapia somática

La idea es que el cuerpo guarda memoria de lo vivido. Por ello, en este enfoque se trabaja con las microseñales físicas que aparecen al hablar del trauma, buscando darles salida de una forma segura. Así, en vez de “hablar del problema”, se trata de sentir cómo el cuerpo lo expresa, dejando que recupere su capacidad natural de autorregulación.

TRE (Tension & Trauma Releasing Exercises)

Es la conocida “terapia de los temblores”, aunque no de cualquier tipo. Lo que se busca es el temblor neurogénico. A través de ejercicios corporales, su inventor, David Berceli, experto en trauma, propone conseguir una vibración muscular natural que ayude al organismo a descargar el estrés y el trauma.

Tapping o EFT (Emotional Freedom Technique)

Combina la evocación de recuerdos dolorosos con golpecitos en puntos energéticos del organismo que coinciden con ciertos puntos de acupuntura. Aunque la evidencia es menos sólida que en otros métodos, muchas personas reportan alivio rápido de la ansiedad. En su forma bilateral, el tapping también se utiliza en el EMDR.

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Al apoyarse en sensaciones corporales e imágenes, la terapia del Sistema de la Familia Interna se acerca al enfoque bottom-up (Foto: Freepik)

IFS (Internal Family Systems)

El Modelo de Familia Interna, creado por el profesor de Harvard Richard C. Schwartz, parte de que en cada persona conviven distintas “partes internas” (niños heridos, protectores, etc.) que cumplen con una función específica. El trabajo terapéutico consistirá en diferenciarlas y armonizarlas en torno al “Self”, un núcleo de calma y compasión.

Psicoterapia asistida con psicodélicos

Aunque suene impensable, actualmente existe una línea de investigación abierta con el uso de drogas psicodélicas. También llamada terapia con alucinógenos, investiga el uso de sustancias como psilocibina, ketamina o MDMA. Bajo control clínico, se explora si estas drogas pueden ayudar a desbloquear memorias traumáticas generando nuevas perspectivas.

Cartas proyectivas

Más que una terapia en sí, son una herramienta para explorar lo inconsciente. A través de imágenes simbólicas muy poderosas, facilitan que la persona proyecte experiencias y emociones difíciles de verbalizar, evocando asociaciones útiles para el trabajo clínico. Suelen usarse junto a otros métodos bottom-up para abrir el acceso al material interno.

Un cambio que no es pasajero

Aunque algunos de estos enfoques existen desde hace décadas, su popularidad se ha disparado en los últimos 15 años, impulsada por la investigación en trauma y por figuras como el psiquiatra Bessel van der Kolk. El autor del libro El cuerpo lleva la cuenta sigue siendo referencia mundial en cómo afecta el trauma al cuerpo y al cerebro.

Todo apunta a que, más que una moda pasajera, las terapias bottom-up han venido para quedarse, ampliando la forma en que entendemos la mente con alternativas eficaces para quienes no habían encontrado respuesta en otros métodos.

 

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