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Los Farm Hotels son los nuevos Country Clubs

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El lujo siempre ha sido un reflejo de las inquietudes humanas. Hoy, más que ostentación, busca conexión, equilibrio y propósito. El sector del hospitality, como espejo de esos deseos, evoluciona y moldea nuevas maneras de habitar el mundo. En ese contexto, los farm hotels se alzan como símbolo de un lujo silencioso, vinculado al bienestar integral, la naturaleza y la comunidad.

Lo que comenzó como agroturismos ha evolucionado hacia un modelo de suscripción que propone una exclusividad distinta. Volver a las raíces y abrazar un estilo de vida más pausado, un auténtico slow way of living.

El campo, nuevo epicentro del bienestar contemporáneo

Foto: Sweet Honey Farm

Con la aparición de los nómadas digitales y la expansión del teletrabajo tras la pandemia se sembró la semilla de un cambio profundo. Profesionales acostumbrados al ritmo frenético de la ciudad descubrieron que podían trabajar desde cualquier lugar y muchos optaron por hacerlo desde el campo.

De esta manera, los farm hotels surgieron como el punto de encuentro entre productividad, equilibrio vital y sentido de pertenencia, ofreciendo un modo de vida más lento, pero igualmente conectado, donde el lujo se redefine como armonía y coherencia.

Estos modelos han dulcificado la vida en el campo, incorporando comodidades contemporáneas y disimulando los aspectos más arduos de la ruralidad. El campo deja de ser un lugar de trabajo duro y aislamiento para transformarse en un escenario de bienestar, belleza y conexión.

Esta reinterpretación de lo rural nace de una búsqueda más profunda, reconectar con lo esencial sin renunciar al confort. En un mundo saturado de estímulos, el campo se convierte en refugio y los farm hotels en nuevos espacios de pertenencia situados en la intersección entre hospitalidad, cuidado personal y vida colectiva.

Representan un lujo vivido como experiencia que sustituye la exclusividad jerárquica por una afinidad basada en valores, coherencia y estética.

Antes de adentrarnos en cómo estos espacios redefinen la pertenencia, conviene detenerse un instante para comprender cómo el deseo de conexión y el retorno a lo esencial han convertido lo rural en un nuevo lenguaje del lujo.

Una nueva forma de pertenecer

Foto: Cortesía

En estos clubes de campo contemporáneos, la estancia deja de ser pasajera para convertirse en un vínculo constante con el entorno.

Por ejemplo, en Estados Unidos, Sweet Honey Farm, a las afueras de Nueva York, combina bienestar integral, comunidad y creatividad con una membresía que ofrece desde rituales de bienestar y granjas regenerativas hasta talleres de cocina estacional y espacios de coworking donde el descanso físico y la inspiración colectiva se entrelazan de forma orgánica.

En Reino Unido, The Club by Bamford, en St. Alice Ford Farm, reinterpreta la vida rural con un enfoque holístico que une tratamientos de bienestar, pistas de tenis, programas de meditación, estudios de fitness y un huerto orgánico que alimenta su propuesta gastronómica.

Aquí en España, Solo House Ibiza va más allá del alojamiento. Es una filosofía de vida donde la arquitectura se integra en el paisaje, la gastronomía farm-to-table convive con experiencias culinarias colaborativas y el bienestar al aire libre se conecta con la contemplación, el arte y la naturaleza.

En conjunto, estos proyectos no solo buscan vivir en coherencia con el entorno, sino también recuperar una forma de lujo más humana, sensorial y compartida. Esa que invita a pertenecer antes que a poseer.

La comunidad como nuevo lujo

Foto: Cortesía

En el universo de los farm hotels la comunidad se convierte en el eje que da sentido a la experiencia. Estos espacios encarnan un lujo que se mide no por la ostentación, sino por la calidad de los vínculos que generan.

Reúnen a viajeros, creativos y profesionales con una sensibilidad común, formando auténticos affinity groups donde la conexión cultural y emocional sustituye a la pertenencia social tradicional. Funcionan como microcosmos en los que la hospitalidad se transforma en filosofía. Menos prisa, más propósito; menos consumo, más presencia.

La suscripción deja de ser un símbolo de exclusión para convertirse en un gesto de compromiso con un estilo de vida consciente. Pertenecer ya no significa poseer, sino participar de una comunidad que comparte valores, belleza y coherencia.

En este nuevo paradigma, la granja se convierte en escenario de una modernidad más humana, donde el lujo no reside en el exceso, sino en la autenticidad y el equilibrio. No se trata de escapar del mundo, sino de habitarlo con sentido, conexión y placer.

Jaime Camuñas

Consultor de Hospitality. Co-founder y Co-director creativo en Momento Experiences. Escribo sobre cómo el lujo contemporáneo evoluciona hacia modelos donde la estética, el detalle y la coherencia definen nuevas formas de habitar, disfrutar y pertenecer.

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