Israel, tierra de creación donde convergen historia, paisaje y cultura
Las rutas cristianas recorren los escenarios bíblicos más emblemáticos por los que pasó Jesucristo
Tierra Santa es la cuna del cristianismo. Es el lugar donde nació, vivió, predicó y murió Jesucristo, y escenario del Antiguo y Nuevo Testamento. Para los cristianos, hablar de Israel es también hablar de Tierra Santa, por eso es considerado como un destino de peregrinaje místico y significativo. Sin embargo, también es un país fascinante para quienes no son creyentes, ya que combina historia milenaria, riqueza cultural y diversidad natural.
Las rutas cristianas en Israel incluyen visitas a lugares emblemáticos por los que transcurren las narraciones más importantes de la Biblia. Si deseas conectar con los orígenes de la fe siguiendo las huellas de Jesús, los apóstoles y los primeros cristianos, Tierra Santa es el destino perfecto para visitar este otoño.
Nazaret y el Sendero del Evangelio
Según los evangelios, en Nazaret, situada al norte de Israel en la región de Galilea, el ángel Gabriel se le apareció a la Virgen María para anunciarle que daría a luz al hijo de Dios. Aquí vivió su infancia y juventud. Predominando en el horizonte, se eleva la Basílica de la Anunciación, donde según marca la tradición, estaba la casa de María, una cueva con más de 2.000 años de antigüedad.
En el exterior y rodeando la basílica, hay numerosos mosaicos provenientes de los cinco continentes donde María se muestra según las tradiciones de cada país (europeas, africanas, asiáticas). Cerca se halla también la Iglesia de San José, construida sobre lo que se considera que fue el taller y casa de José, el esposo de María.
Desde aquí, parte la ruta de peregrinación el Sendero del Evangelio, de 65 kilómetros, hasta llegar a Cafarnaúm, a orillas del mar de Galilea. Comenzando en el monte del Precipicio, la ruta principal transcurre por las colinas de Nazaret, desde donde se divisa el monte Tabor y la Iglesia de la Transfiguración, Kfar Kana y el valle de Turan. Desciende a continuación por el precipicio de Arbel, dirección al mar de Galilea, hasta llegar a Migdal y a la antigua Magdala, hogar de María Magdalena.
De aquí la ruta sigue hacia el Triángulo Sagrado: Tabgha, Monte de las Bienaventuranzas y Cafarnaum, final del camino. Su nivel de dificultad es bajo. Es apta para todas las edades e incluso cuenta con varios tramos accesibles para personas que necesitan un camino más fácil o silla de ruedas.
La región de Galilea: escenario de milagros
Siguiendo la cronología y el Sendero del Evangelio, cuando Jesús dejó Nazaret para iniciar su vida pública, comenzó a predicar en la región de Galilea, escenario de algunos de los episodios más importantes de los evangelios. Esta región de colinas verdes, hoy es un lugar que une espiritualidad, historia y cultura y punto de encuentro del judaísmo, cristianismo y el islam.
Según el relato bíblico, fue en Caná de Galilea (Kfar Kana) donde tuvo lugar el primer milagro de Jesús, cuando en una boda convirtió el agua en vino. Caminar por estos parajes rurales, entre olivares y campos de cultivo, es un viaje en el tiempo.
En Tabgha, se produjo la multiplicación de los panes y los peces. Allí se encuentra la Iglesia de la Multiplicación, construida sobre los restos de templos anteriores de los siglos IV y V. En su interior se conservan mosaicos bizantinos originales, destacando el famoso mosaico con un cesto de panes y dos peces, junto al altar.
Otros lugares imprescindibles en la región por su gran atractivo son el monte Arbel, desde donde se pueden disfrutar espectaculares vistas del mar de Galilea y de las antiguas cuevas en los acantilados, y el monte de las Bienaventuranzas, donde Jesús pronunció el Sermón de la montaña.
También, un destino poco conocido pero muy relevante tanto desde el punto de vista arqueológico como religioso es el Parque Nacional Zippori (Séforis), donde se estima que Jesús y José trabajaron como carpinteros.
Jerusalén, el corazón de la fe cristiana
Como en la vida de Jesús, muchas peregrinaciones culminan en Jerusalén, ciudad santa para cristianos, judíos y musulmanes, y que es Patrimonio de la Humanidad desde 1981. Como recoge la Biblia, aquí tuvieron lugar los momentos más dramáticos de la Pasión de Cristo.
La Vía Dolorosa recorre el camino que Jesús habría seguido cargando la cruz hasta el Calvario. Recorrerla es uno de los momentos más emotivos para los cristianos. Son 14 las estaciones y gran parte discurren por el barrio musulmán. Todas están bien señalizadas.
La Basílica del Santo Sepulcro es de la época de las cruzadas y aquí se encuentran las 5 últimas estaciones del Via Crucis y la Tumba de Jesús. Aquí encontró Santa Helena la Vera Cruz en el año 326.
Además de su relevancia cristiana, Jerusalén acoge monumentos fundamentales para las otras dos grandes religiones monoteístas. Para el judaísmo, el Muro de las Lamentaciones o Muro Occidental (Kotel en hebreo) y vestigio del Templo de Salomón; y para el islam, la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa, ubicadas en la Explanada de las Mezquitas, desde donde los musulmanes creen que Mahoma ascendió a los cielos.
Israel, un viaje único
Por supuesto, más allá de conocer los escenarios bíblicos, otro destino que no hay que perderse es Tel Aviv, una ciudad cosmopolita que contrasta con todos los lugares citados anteriormente.
Dependiendo de la perspectiva que le demos, tiene más de 100 años de juventud o 5.000 de antigüedad. Se fundó en 1909 como un barrio del antiguo Yafo desde donde Jonás partió para su encuentro con la ballena. Es la ciudad que ejemplariza el Israel moderno.
La ciudad de las múltiples caras. Ejemplo de todo lo informal, tecnológico, centro de cultura, comercio, diversión y su mundialmente conocido temperamento open friendly. Con más de 4.000 edificios Bauhaus, la Ciudad Blanca fue declarada de interés Unesco en el 2003. Su amor por el arte queda reflejado en la profusión de museos, galerías y esculturas al aire libre.
La grandeza del mar Muerto
Se recomienda reservar algún día para bañarse en el mar Muerto, el punto más bajo de la tierra, situado a 400 metros bajo el nivel del mar porque esta sí que podemos decir que es una experiencia única.
Y a sus orillas, se alza Masada, una impresionante fortaleza construida en lo alto de un acantilado en pleno desierto de Judea. Este lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el 2001, combina historia, emoción y paisajes inolvidables.
Masada fue el último bastión de la resistencia judía frente al Imperio romano. Desde la cima se disfruta de una vista increíble del desierto donde apreciar el paso del tiempo en sus bellas y caprichosas formas, así como el amanecer, cuando el sol tiñe de oro las montañas.
Israel es un destino sagrado para creyentes, pero, más allá de la fe, su poder evocador, su impresionante legado histórico y su mezcla de culturas lo convierten en un viaje inolvidable para cualquier visitante. Ya sea por fe, historia o curiosidad, recorrer la tierra santa de Israel es una experiencia inolvidable.
