Foto: Weekend Max Mara
El Pasticcino no es un bolso “de toda la vida”, pero como si lo fuera. Forma parte del portfolio de complementos de Weekend Max Mara desde 2016 pero desde su lanzamiento se ha convertido en un must de los armarios fashionistas por méritos propios. Y es que tiene todos los ingredientes para gustar a usuarios de todo tipo y condición.
Es un bolso cómodo por su flexibilidad, atemporal por su diseño y especial por su cierre. Si a esto le añadimos sus ediciones limitadas como la de tamaño XXL o las del Pasticcino Bag World Tour, tenemos Pasticcino para rato.
Para quien no lo conozca, este bolso de tela fruncida es la reinvención de los monederos “de las abuelitas” que se cerraban con un cierre ‘clic-clac’ con dos bolitas. Un diseño ajeno a modas pasajeras y que en el caso de la firma italiana toma su nombre de la tradición de comprar bollos o pastelitos cuando se hace una visita. Su nombre se traduce del italiano como ‘Pastelería’ como homenaje a las bolsas donde se metían -o meten- las delicatessen recién hechas.
Pues bien, viniendo de una tradición relacionada con la artesanía, en este caso la repostería, no es de extrañar que sus diseños más especiales hablen de cultura, legado e identidad. Concretamente los que se engloban en su Pasticcino Bag World Tour, que esta temporada viaja a Japón después de haber hecho escala con éxito en Italia y Francia.
Así, la primera parada fue en Venezia, cuya tradición habla de telas, de pinturas, esculturas… y también de vidrio. Ese que el Pasticcino utiliza para las bolitas de su cierre (boulée) y que hace referencia a las piezas coloreadas que desde hace siglos nacen en los talleres de la isla de Murano.
La siguiente fue París, la capital de la moda y el glamour por excelencia. De ella se quedó con las telas de guipur de los vestidos de novia y con los colores de los famosos y deliciosos macarons.
Y la última parada de este viaje es Kioto, la ciudad donde conviven en armonía la modernidad y la historia, lo transgresor y lo esencial. El Pasticcino que homenajea a esta gran urbe japonesa está confeccionado con los tejidos que se utilizan para la confección de los kimonos. Sedas estampadas de una belleza incuestionable que se coronan con unos cierres que con forma de bolitas de cuerda de seda forradas a mano.
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