Foto: Hotel 1898
El Hotel 1898 en Barcelona es mucho más que un simple hotel. Es un testimonio vivo de la transformación arquitectónica de la ciudad. Su situación en el bullicioso epicentro de Las Ramblas, una de las avenidas más emblemáticas de Barcelona, lo convierte en el punto de partida ideal para explorar la ciudad al estar tan cerca de lugares de interés como el Mercado de la Boquería, el Barrio Gótico o el Puerto.
Este edificio histórico fue diseñado por el arquitecto Josep Oriol Mestres para albergar la sede de la Compañía General de Tabacos de Filipinas. Y a lo largo de los años, ha pasado por diversas transformaciones.
En 1929, bajo la supervisión del arquitecto Josep Maria Sagnier, la fachada fue ampliada y remodelada, y en 2005 se sometió a una rehabilitación que, más que una restauración, fue una reinvención del espacio. La intervención combinó lo antiguo con lo nuevo preservando el vestíbulo original con sus techos altos, columnas corintias y detalles en mármol.
Con todo, el espacio me transportó inmediatamente a otra época, como si el tiempo allí se hubiera detenido. Así, el hotel mantiene una conversación constante entre el pasado histórico y las demandas del presente.
Al cruzar la imponente puerta de caoba del Hotel 1898, uno no solo entra en un hotel, sino en un espacio que parece haber sido testigo de todas las historias, de todos los viajes que no se cuentan pero que resuenan en las paredes. Más que un hotel es una lección de historia, un lujo accesible que sabe combinar el pasado con la vanguardia sin artificios. Algo que muy pocos hoteles logran, y mucho menos en una ciudad tan intensa como Barcelona.
La fachada restaurada es un reflejo de la evolución de Barcelona, con esculturas alegóricas que representan el comercio y la relación con las antiguas colonias.
Aunque se añadieron terrazas, se ha logrado mantener la proporción original del edificio, lo que permitió que se modernizara sin perder su esencia. Además, el hotel conserva detalles únicos como la puerta giratoria de caoba y los suelos de mármol, que aportan un aire de lujo y sofisticación.
El diseño interior del hotel, a cargo de Rosa Rosselló, es un equilibrio entre la elegancia clásica y la comodidad moderna. Se han utilizado materiales nobles como la madera oscura, el cuero y el mimbre para crear espacios acogedores que invitan al descanso.
Las habitaciones, decoradas en tonos suaves y elegantes, ofrecen un refugio en medio del ajetreo urbano. Y la biblioteca, dedicada al poeta Jaime Gil de Biedma, es un santuario para la reflexión. Cada rincón del hotel ha sido pensado para ofrecer una experiencia sensorial única.
La estructura, construida con piedra de Montjuïc, destaca por su monumentalidad y la simetría neoclásica que refleja el esplendor de la época colonial. Sin embargo, a pesar de su tamaño imponente, se integra perfectamente con el flujo urbano de la afamada avenida. Casi como si siempre hubiera formado parte del paisaje de la ciudad.
Después, ya en una de las habitaciones, la elegante decoración de mármol y madera oscura me invita a relajarme, mientras la suavidad de la luz que entra por las ventanas crea una sensación de calma absoluta.
El restaurante El Nido, situado en la primera planta del hotel con vistas a Las Ramblas, ofrece una propuesta gastronómica mediterránea con toques exóticos, inspirada en la historia colonial del edificio.
Dirigido por el chef Carles Boronat, el restaurante destaca por su enfoque en productos frescos y de proximidad, combinando elegancia, historia y sabor en un ambiente íntimo. En él puedes encontrarte a turistas que valoran la calidad como cenas de negocios en un ambiente elegante y discreto. Es el lugar ideal para quienes buscan una experiencia culinaria sofisticada en el corazón de Barcelona con un servicio excelente.
El Spa Siargao, ubicado en la planta -1 del hotel, es un auténtico refugio de bienestar. Ocupa lo que anteriormente fue la carbonera y la cámara acorazada de la Compañía General de Tabacos, y su nombre rinde homenaje a la isla filipina de Siargao, evocando la conexión histórica del hotel con Filipinas.
El spa ofrece un completo circuito termal y tratamientos con productos orgánicos, veganos y libres de tóxicos de la marca SCENS, que alinean el spa con el compromiso del hotel hacia la sostenibilidad proporcionando una experiencia de relajación profunda, permitiendo desconectar del bullicio de la ciudad.
La experiencia de bienestar se convierte en un paréntesis, un espacio en el que el tiempo deja de importar y uno se encuentra, por fin, con la placidez de una Barcelona que solo se revela a quienes saben cómo leer sus huellas.
Durante su rehabilitación, se implementaron soluciones tecnológicas como el uso de energía renovable y sistemas de eficiencia energética, reflejando una evolución necesaria en la arquitectura contemporánea de edificios históricos. Esta faceta, aunque no siempre evidente, resalta la importancia de la sostenibilidad en el diseño de espacios urbanos.
El Hotel 1898 es mucho más que un alojamiento: es una declaración de intenciones arquitectónica en la que sus muros, antes testigos de una era colonial, han sido resignificados con elegancia para ofrecer una experiencia que no solo acoge. Desde la imponente fachada de piedra hasta los rincones silenciosos del spa o la biblioteca, todo en él habla de cuidado, de memoria, de presente.
Aquí, lo contemporáneo no sustituye al pasado, sino que lo escucha, lo reinterpreta. El Hotel 1898 es, en definitiva, una metáfora del alma de Barcelona: sofisticada sin estridencias, arraigada y cosmopolita, siempre en construcción. Un lugar que no solo se habita, sino que se recuerda.
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