Siempre es fácil pensar en espacios cambiantes cuando se habla de arquitectura, así, no nos extrañan los cambios morfológicos que sufren las ciudades con el paso de los años en los que, salvo varios edificios emblemáticos, el resto es “sustituible”, creando nuevos complejos de diferentes tipologías y usos, adaptados a las necesidades y conocimientos de la época, pero… ¿pasa lo mismo con los parques? ¿Somos capaces de entender que se modifiquen o alteren radicalmente?
El parque más conocido del mundo se llama Central Park y está, cómo no, en Nueva York. Tal vez no lo sepas, pero una de sus principales características es que nació de un concurso de ideas en 1858 (pensabas que estos concursos se inventaron el siglo pasado, ¿eh?), en el que hubo nada más y nada menos que 32 propuestas, todo un récord si pensamos que la población del momento no llegaba a un millón de personas (hoy día, Nueva York alberga 8,6 millones de almas).
El diseño vencedor fue el de FL Olmsted y C. Vaux , que, como otra curiosidad histórica, fue presentado un día después de finalizado el plazo de entrega y se llama “Greensward”, la intención de su propuesta es la de hacer que el visitante experimente la sensación de ver una gran extensión de campo (verde) abrirse ante él. La votación en la que salió electo se ejecutó por un jurado de 9 miembros, seis demócratas y tres republicanos y los votos que la hicieron ganadora fueron los tres republicanos más uno demócrata.
En la actualidad sólo uno de los diseños que llegaron a la final sobrevive. Pero… ¿cuáles eran las reglas del concurso? En Central Park debía existir un patio de armas, una fuente, una torre de vigilancia, una pista de patinaje, cuatro calles y una zona donde poder realizar exposiciones. La combinación ganadora de Olmsted y Vaux creó un duplicado del propio estado de Nueva York, como si de un microcosmos se tratara.
La famosa revista Time Out New York, nos muestra quince cosas que tendríamos que hacer en el Parque Central, pero esto, de no haber aceptado la tardía entrega de Vaux y Olmsted, podía haber sido muy diferente… y estas propuestas estarían condicionadas por el diseño que se hubiera adoptado hace ya 160 años. Ahora, unas nuevas infografías (el mejor invento de la humanidad), nos enseñan cómo podía haber sido Central Park de haber optado por el diseño de John J. Rink, la entrada número 4.
El ingeniero John J. Rink tituló su parco como ‘Fantasía de arte popular de Versalles’ en clara alusión al palacio francés más famoso del mundo. Es pues, el diseño de Rink, un claro tributo a Europa, conformando “su” parque formas simétricas que llama “terrenos” y que se adaptan a la morfología del lugar, elevándose o sumergiéndose. En este diseño los espacios abiertos del actual no existirían y habría en su lugar calles en formas de espiral, con cargado carácter geométrico.
En la mente de John J. no estaba el actual Museo Metropolitano de Arte, pero en su acuarela y ahora, en las modernas infografías, podemos apreciar un espacio reservado para un museo de dos alas en los bordes sur y este del nuevo embalse, nunca sabremos cómo hubiera sido ese Museo Metropolitano, pero está claro que espacio no le hubiera faltado. También probó Rink ser un buen patriota, designando los caminos, puertas y demás elementos con nombres de presidentes y personas relevantes de Estados Unidos.
El gran jardín europeo que nos sugería Rink estaba basado en la simetría, que a vista de pájaro pudiera resultar un tanto “insulsa” para los actuales visitantes del parque, acostumbrados al caótico ritmo del existente. En una de las imágenes vemos una de las aportaciones más interesantes de Rink, justo al lado del actual Jacqueline Kennedy Onassis Reservoir (el lago) planteó un enorme depósito de agua, al lado del único terreno abierto de “ese” Central Park.
Los parques mejoran la vida de los ciudadanos, les dan espacios naturales donde poder hacer ejercicio, descansar, pasar buenos y lujosos momentos de ocio, por eso son emblemáticos de las urbes, pensar en un diferente diseño del parque El Retiro en Madrid o del Park Güell en Barcelona es pensar en un devenir distinto de la historia de esas ciudades. Si se hubiera ejecutado el diseño de John J. Rink, ¿sería Nueva York más europea? Tal vez si, tal vez no, lo que es seguro es que nunca lo sabremos, pero vale la pena recrear nuestra vista con este fantástico diseño irrealizado.
Imágenes cortesía de: Budget Direct Travel
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