Foto: Mena LaFinca
En estos tiempos en lo que todo va tan rápido, se agradece de repente encontrar un lugar donde las manecillas del reloj avanzan más lentas de lo habitual. Un entorno relajado, elegante, con vistas a la naturaleza y una cocina de altura es, quizás, lo que todos necesitamos de vez en cuando para parar y reconectar. Para disfrutar de eso que llaman slow life y que en el restaurante del que hablamos hoy, Mena LaFinca, adquiere otra dimensión.
En primer lugar, por su ubicación. Situado en el corazón de una de las urbanizaciones más exclusivas de Madrid, todo en Mena sucede de una forma tranquila que invita al deleite y la desconexión. A ello contribuye, por supuesto, su acogedora terraza con vistas al campo de golf, perfecta para tomar algo, disfrutar de un brunch, alargar una comida con amigas o bordar una cena romántica.
Y en segundo lugar, por supuesto, porque Mena LaFinca cuenta con una oferta gastronómica completa, sabrosa y sorprendente, acorde al ambiente chic del establecimiento. Con la carta de otoño/invierno, recientemente renovada, el chef Aurelio Morales deja viajar su imaginación y borda desde los platos más sencillos a los más elaborados, dando a cada ingrediente el protagonismo que merece. Todo sin perder de vista el adn del local, muy ligado a la profundidad de las brasas y el horno de leña.
La selección de platos incluye tanto recetas patrias -como las gildas o las espectaculares croquetas de jamón o trufa- como otras de fuera de nuestras fronteras -como el ceviche o el steak tartar. Sin olvidar las mezclas de texturas y sabores como la ensaladilla de pulpo, el bacalao con callos o la lasaña de txangurro con alcachofas crujientes, entre otras. Todas sorprendentes, reconocibles y con un punto irresistible y divertido que siempre suma a la degustación.
A ellas se suman las carnes y pescados a la brasa con productos que necesitan poco más que un puntito de sal para conquistar al comensal, así como las pizzas cocidas en horno de leña al estilo más tradicional.
Realmente la carta de Mena LaFinca deja pocas opciones sin explorar. Sin duda una garantía de éxito para un local acostumbrado a acomodar en sus mesas a paladares exigentes y lo más granado del panorama vip internacional.
Mención aparte merece su bodega, cuyos vinos recorren los cinco continentes con paradas en las bodegas y viñedos más especiales de nuestra geografía. Desde Galicia a La Rioja pasando por Jerez, Castilla y León o Valencia, las referencias son tan variadas como sorprendentes.
Igual que la decoración de sus distintas salas, las delicadas piezas de sus vajillas o la finísima cristalería de cada servicio. Detalles que contribuyen a redondear la experiencia slow de este exclusivo restaurante en el que, por qué no, tú también puedes comer de vez en cuando como un auténtico VIP.
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