(Foto: Gtres)
El mundo de las subastas no tiene techo. Y menos si hablamos de todo lo que tiene que ver con la Familia Real Británica. Así lo ha vuelto a demostrar una subasta en la que se ha vendido un trozo de la tarta de boda de la reina Isabel II y el duque de Edimburgo. Un postre que ha sido conservada desde 1947 y se ha convertido en una curiosa pieza de colección.
La porción alcanzó en la subasta de Reeman Dansie Auctioneers el precio de 2.000 libras, algo menos que la última que se subastó en noviembre de 2024 por 2.200 dólares en la misma casa.
La reina Isabel II y el príncipe Felipe de Edimburgo se casaron el 20 de noviembre de 1947 en la Abadía de Westminster. Su pastel de bodas fue obra del jefe de repostería de McVitie and Price. Pesó 227 kilos y midió 2,7 metros de alto.
La tarta fue bautizada como ‘El pastel de las 16.000 millas‘ ya que, debido al racionamiento de la guerra, algunos de sus ingredientes fueron llevados en avión hasta Londres desde Sudáfrica y Australia.
Durante la ceremonia, el novio partió la tarta con su espada ceremonial y del mismo se obtuvieron 2.000 porciones. Muchas se consumieron en el convite y otras se conservaron durante años, incluso décadas, siendo subastadas por precios exorbitantes.
Es el caso de este trozo que, según su anterior propietario, es el último de la tarta nupcial. Se trata del suboficial mayor F. Lownes, que sirvió en la Marina Real Británica y recibió el trozo de tarta en la recepción del Palacio de Buckingham.
En lugar de comérselo, lo guardó en su caja original cubierta por un papel con una corona plateada y se la entregó a su hijo con la inscripción “EP” (Elizabeth Philippe) y la fecha en la tapa. El pastel pasó a su nuera, que es quien ha subastado la dulce reliquia.
El comprador ha sido un hombre de 64 años llamado Garry Layton. Un empresario y admirador de la realeza británica –que también conserva un trozo del pastel de boda de Carlos y Diana– y que tiene extravagantes planes para su última adquisición.
Y es que según ha declarado al Daily Mail, va a celebrar su 65 cumpleaños a bordo del Yate Real Britannia, donde planea replicar un banquete de estado.
Allí quiere flambear el pastel con ron y comerse un tercio del mismo. “El pastel está en buen estado, ya que ha estado envuelto y guardado en su caja durante casi 80 años. Pero si me pasara algo, al menos me despediré con estilo en el Brittania”.
Aunque parezca raro, éste no es el único trozo del pastel que se ha subastado décadas después. Recordemos que el penúltimo trozo de la tarta de bodas de Isabel II se subastó en noviembre de 2024 por 2.200 libras. La puja tuvo lugar en la misma casa de subastas de Essex y la protagonizó Marion Polson, ama de llaves del Palacio de Holyroodhouse, quien vendió el trozo de tarta junto a una tarjeta con deseos de la pareja y el envoltorio original.
A lo largo del tiempo se han subastado otros trozos de tarta de pasteles nupciales como el de Carlos y Diana; o más recientemente de Donald y Melania Trump.
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