Está comprobado que los lunes nos baja el estado anímico. Según los expertos, esto se debe a que tenemos por delante la semana laboral y, por consiguiente, nuestros índices de estrés suben considerablemente. Comienza la frágil aventura de saber llevar todas las responsabilidades: laborales, familiares, sociales… y sobrevivir a ello sin sentir presión el pecho o cualquier síntoma físico evidente de que el estrés está ganando la semana. Se ha convertido en nuestro enemigo a batir y debemos encontrar fórmulas que lo mantengan a raya o que propicien nuestro bienestar, incluso cuando se desata un fuego a nuestro alrededor.
Aprender a tomarnos un brake, un descanso para que la inquietante nebulosa no se apodere de nuestra razón, es algo que los suecos no sólo practican, sino que lo han bautizado como Fika: pausa en el trabajo para disfrutar de una bebida o una buena conversación. Seguro que has pensado que nosotros lo hacemos, pero la diferencia es que a nuestro café no se le ha dado el valor beneficioso que tiene, sino unas connotaciones distintas que tienen más que ver con la pereza o las pocas ganas de trabajar.
Los suecos, asumiendo los riesgos de la religión llamada productividad a toda costa y sin fin, advirtieron de la necesidad de practicar Fika. Esto poco tiene que ver con tomar un café rápido en una máquina expendedora o comerse un dulce en la propia mesa de la oficina. Fika quiere decir pausa, salir del punto de fuga, de la obcecación de nuestros pensamientos, del estrés, y lograr desconectar con un periodo de placer. Nada más y nada menos que reproducir el recreo de cuando éramos niños a nuestra vida laboral, familiar y social.
Quien viva en Suecia reconocerá inmediatamente el tributo que se le ha hecho al Fika que, etimológicamente, podría llevarnos directamente a café (–kopp fika– significa una taza de café) pero engloba un significado mucho más amplio que define la idiosincrasia del país. Las propias empresas lo incluyen como algo más de la jornada laboral. No tanto por la necesidad de ingerir algo, sino por darle importancia a la sociabilidad y al cuidado de uno mismo, incluso en el trabajo. Para los suecos, Fika es su fórmula secreta de la felicidad.
Homenajear la pausa, ese break, podría ser un buen antídoto al monstruo del estrés que nos consume, llenándonos de obligaciones y pocos o escasos placeres. Puede que si lo aplicamos, hacer nuestro propio Fika, darnos el placer de pausa, comprobaremos que el exceso de movimiento lleva al desastre y la merecida pausa a la reflexión, a un aumento de la productividad. Los suecos llevan años comprobando y estudiando los beneficios de su práctica. La pausa. El placer de desconectar por mimo a uno mismo y para alejarse de la obcecación.
Si ya lo practicas, ese café, té o infusión tan propia o compartida con gusto, puede que ahora, cuando alguien te intente hacer sentir mal por permitirte esa pausa, puedas aconsejarle que practique también Fika. No hay una mala pausa, son los malos pensamientos que la acompañan. Siéntete libre y practica Fika.
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