En los últimos días hemos sabido que la Unión Europea va a prohibir la fabricación de ciertos utensilios que hasta hace poco tiempo convivían entre nuestros enseres más habituales. Hablamos de pajitas, platos, vasos y cubiertos de un único uso, o de los clásicos bastoncillos para los oídos. Aunque nadie niega la conveniencia de estos útiles, su precio ha resultado ser mucho más alto de lo que pensábamos por el grave perjuicio que suponen para el medioambiente. Erradicarlos de nuestro entorno supondrá un esfuerzo para todos, pero no debemos eludir nuestra responsabilidad medioambiental ni dejar de aprovecharla como una herramienta educativa más.
La necesidad de reducir el impacto de la contaminación producida por el plástico no es nueva y lleva varios años debatiéndose dentro de la comisión de medio ambiente del Parlamento Europeo. El pasado miércoles hubo una votación con la que los eurodiputados estuvieron de acuerdo, por amplia mayoría (560 votos a favor, 35 en contra y 28 abstenciones) en dar luz verde a la prohibición del uso de muchos de esos productos contaminantes, contemplando la realización de políticas con las que los productores vayan transformando su negocio hacia el uso de materiales más reciclables, además de involucrarlos en los gastos de limpieza o reciclaje de dichos productos, bajo la premisa de “quien contamina, paga”.
La invasión de plástico en los océanos es un tema muy frecuente de conversación y da mucho juego. Sin embargo, además de lamentar el estado de la contaminación del planeta por el plástico, debemos hacer algo al respecto. Y ese algo comienza en casa, procurando aplicar una filosofía en la que generemos menos residuos a cambio de darle una vida útil más larga a los objetos, o incluso de darles varias vidas útiles. Interiorizando esta idea, que es la que promulga el “zero waste” o “cero residuos”, descenderá el nivel de adquisición de ciertos objetos, el gasto asociado al reciclaje, así como el propio consumo.
Pero muy especialmente, se reducirá el nivel de contaminación marina. Según advierte Greenpeace, “cada año, los mares y océanos son receptores de hasta 12 millones de toneladas de basura”. Sensibilizar a los niños sobre ello es muy importante y, afortunadamente, es algo que ya acometen en casi todos los colegios. Pero nosotros mismos también debemos hablarlo en casa con los niños, además de comenzar a predicar con el ejemplo, sustituyendo los utensilios contaminantes por otros eco-friendly.
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