El rascacielos moderno más clásico de Nueva York en clave arquitectónica

Los conceptos de modernidad no se pueden medir en todas las ciudades con el mismo rasero, las circunstancias históricas tienen mucho que decir, y, en Nueva York, lo saben muy bien.

(Foto: Dezeen)

Nadie le puede pedir peras al olmo, una frase popular que significa que lo imposible es inalcanzable pídalo quien lo pida y deséelo quien lo desee. Pero el ser humano es muy de comparar espacios y situaciones y llegar a conclusiones nada coherentes, en algunas ocasiones.

Por ejemplo, nos gusta mucho comparar ciudades. Y esto puede llevarnos a error con mucha facilidad: el grado de modernidad no es el mismo en cada ciudad.

Y, aunque sea paradójico, la modernidad “pesa” menos cuanto menos pasado tenga. Esto lo vemos nítidamente en arquitectura. Ninguna ciudad con siglos de historia puede renunciar a sus espacios urbanos más antiguos. Y por eso la modernidad tiene que circunscribirse a espacios exteriores a estos o disfrazarse dentro de los edificios históricos. Sin embargo, las modernas ciudades no poseen esta “barrera”.

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La Torre Sutton se terminó en 2023

Así, un edificio moderno con aire antiguo en Madrid es un edificio antiguo reformado en su interior. Y en Nueva York es una moderna torre residencial con diseños que evocan la arquitectura de pocos siglos atrás.

Es el caso de la recién terminada Torre Sutton, un edificio residencial que no pasa desapercibido. Su construcción finalizó en 2023 reclamando para sí el término de el rascacielos moderno más clásico de Nueva York.

La mano que está detrás del diseño es la del aclamado arquitecto Thomas Juul-Hansen. Él dotó al rascacielos de una altura, nada indigna, de 259 metros, y una esbeltez digna de los menos acomplejados edificios de la Gran Manzana.

Y todo en un lugar privilegiado. Frente al East River (o rio Este) y a 19 minutos caminando de Central Park (sin rodeos). Aunque su característica más llamativa es su diseño.

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Un interior cuidado acorde con la estética exterior

Evocando el pasado de la ciudad, su piel exterior se reviste de piedra caliza (sí, el pasado no era todo de ladrillos de terracota). Una piedra que le da no solo un aspecto singular, también protege su interior gracias a su gran resistencia frente a las inclemencias meteorológicas (es lo que tiene este material). Esta singularidad se acentúa gracias a una especie de corona ornamental en su cúspide de acero, dándole un aire distinguido.

La corona posee una grafía exterior muy moderna, lineal y rehundida con patrones que se repiten de forma estilizada.

Su singularidad se agudiza si la comparas con el resto de la fachada, que se divide en secciones idénticas de tres plantas, con grandes carpinterías de color antracita, una tonalidad muy agradecida, todo hay que decirlo. Estas carpinterías evocan las ventanas francesas (aquellas con secciones acristaladas más pequeñas dentro de la ventana).

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El inmueble posee 120 apartamentos

Por supuesto, las vistas son de quitar el hipo. Recorren desde el puerto al centro de la ciudad y al puente George Washington, pasando por el océano Atlántico y el puente Queensboro (seguro que ya estás pensando en comprar allí).

Claro que las vistas son mejores desde su exclusivo Sutton Club, de cinco plantas y con 2.000 metros cuadrados. Un lugar que ofrece a sus usuarios comedores, spa, gimnasio, salas multimedia y una piscina de 15 metros.

Allí podrás encontrar The Drop, una zona donde el arquitecto puso su ramita artística (sin contar la del edificio, no se nos vaya a enfadar). Y siempre enfatizando en la relación entre el agua y la piedra y sus propiedades meditativas.

Al final, el inmueble posee 120 apartamentos de lujo -como no podía ser de otra forma-, con penthouses de planta completa y tipo dúplex. Tienen vistas de 360 grados y mármol, mucho mármol. Tanto, que podrás llegar a preguntarte si se acabará algún día.

Como suele pasar en este tipo de estructuras, su nacimiento posee una planta más grande. Así, las primeras seis alturas sobresalen más que el resto del edificio, que se retranquea varios metros.

En total, la superficie interior alcanza los 46.000 metros cuadrados, unos 380 metros cuadrados por apartamento si calculamos a lo “hosco”. Números impresionantes, sí. Además, descubrimos que la altura de piso a techo alcanza los 4,5 metros en muchas partes.

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(Fotos: Chic Style)

Apartamentos amplios con vistas espectaculares

Al interior, los detalles se vuelven muy aromáticos. Con puertas de roble ebonizado (oscurecimiento de la madera para evocar al ébano), pavimento de mármol Calacatta, otros de madera, lavabos tallados en un solo bloque o lámparas de alabastro de origen francés. Por lo visto ha sido un gran éxito y, según su página web, solo quedan por vender once unidades de vivienda.

Y, como somos curiosos, hemos buscado la más cara. Un penthouse en la planta 80 con 860 metros cuadrados, acceso directo desde el ascensor, salón a doble altura y chimenea, bodega independiente con cinco habitaciones y siete baños, y sala multimedia… Todo por el “módico” precio de 65 millones de dólares, unos 56 millones de euros… No se tú, pero mañana voy al banco a ver si puedo hacer algo al respecto…

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