Gstaad Guy: el influencer que conquistó al lujo riéndose de él

En un tiempo en que el éxito se mide por la exposición, este personaje reivindica el valor de la distancia.

Jaime Camuñas. 27/10/2025
Foto Instagram @gstaadguy

Durante décadas, el lujo vivió encerrado en su solemnidad. Se tomaba en serio a sí mismo, hablaba en voz baja y se distinguía por su distancia. Era un lenguaje hecho de silencios y formalidades. Hoy, sin embargo, algo ha cambiado. La sofisticación ya no se mide por la rigidez de las formas, sino por la ligereza con la que se interpretan. En esa nueva gramática del privilegio, el humor se ha convertido en una herramienta de distinción. El lujo contemporáneo ha aprendido a reírse de sí mismo, y Gstaad Guy es el motor de ese cambio.

Con su tono impostado, su humor británico y sus escenarios de opulencia desbordada, este personaje ha transformado la parodia en un espejo cultural.

Su universo es tan reconocible como absurdo: mayordomos, jets privados, clubes de esquí y cenas donde el champán se convierte en un idioma propio.

Pero lo que lo hace relevante no es la exageración, sino la precisión con la que retrataun mundo que parece existir fuera del tiempo. Gstaad Guy no inventa nada, simplemente observa lo que muchos prefieren no decir en voz alta.

El origen de Gstaad Guy

Gstaad Guy
Foto Instagram @gstaadguy

El creador del personaje es Mac Anabtawi, un joven británico nacido en Londres. La idea surgió durante una conversación con un amigo que pasaba el verano en Gstaad. Al escucharle quejarse de pequeños problemas de privilegio, decidió grabar un vídeo parodiándolo y enviarlo a su madre, que lo compartió entre sus conocidos.

El resultado fue inmediato: la sátira se viralizó entre los propios habitantes de la localidad, fascinados por verse retratados con ironía y precisión.

Incluso en sus primeros años, cuando apenas contaba con 150.000 seguidores, su público estaba formado casi exclusivamente por quienes pertenecían a ese mismo ecosistema. Una comunidad de ultra wealthy que encontraba en su sátira una forma de complicidad.

Les divertía que alguien, con conocimiento de causa, pusiera palabras a sus excentricidades. Gstaad Guy no hablaba sobre ellos, hablaba como ellos. Y esa diferencia lo cambió todo.

A partir de ese momento, lo que empezó como una broma privada se convirtió en un fenómeno global. Con una mezcla de inteligencia, timing y autenticidad, Anabtawi supo captar el pulso de una élite que, por primera vez, se reconocía a sí misma a través del humor. Ese equilibrio entre sátira y ternura le ha permitido conquistar tanto a los protagonistas de su universo como a quienes lo observan desde fuera.

De parodia a lenguaje

Gstaad Guy
Foto Instagram @gstaadguy

Lo que comenzó como un juego en redes sociales se ha transformado en una nueva forma de comunicar el lujo. Gstaad Guy no solo parodia a la élite, ha creado un lenguaje propio que hoy sirve de referencia para un sector que busca renovarse sin perder su esencia. Su tono, su cadencia y su manera de jugar con los códigos del privilegio han dado lugar a un nuevo registro: el del lujo autoconsciente.

Este registro no vende, sugiere. No persuade, insinúa. Es el mismo principio que ha hecho que las heritage brands encuentren en él un aliado inesperado.

Loro Piana, Acqua di Parma o Brunello Cucinelli, casas que durante décadas se tomaron a sí mismas con una solemnidad casi institucional, han comprendido que la sofisticación actual pasa también por reírse un poco de uno mismo.

Loro Piana incluso ha colaborado con Gstaad Guy en una línea exclusiva que combina su atemporalidad con la ironía elegante del personaje, demostrando que el humor puede ser un vehículo de autenticidad dentro del lujo. Esta alianza no banaliza su legado, lo actualiza. Les permite mantener el aura de exclusividad, pero con una sonrisa.

La ironía, bien entendida, no resta valor. Lo humaniza. Permite a estas casas mantener su coherencia sin resultar inalcanzables.

Gstaad Guy traduce el lenguaje del lujo clásico a un dialecto que la generación digital comprende. Menos pretensión, más guiños; menos perfección, más naturalidad aparente. Ha logrado que el lujo vuelva a ser aspiracional, pero desde la cercanía.

Elegancia, ironía y pertenencia

Quizá por eso Gstaad Guy ha logrado algo tan raro, que lo sigan tanto los que viven ese universo como los que solo lo imaginan. Detrás de su ironía hay una verdad sutil. Todos, de algún modo, aspiramos a ser vistos con esa ligereza, a que nuestra vida parezca fruto del azar y no del esfuerzo.

El nuevo lujo no consiste en poseer, sino en saber interpretar. En comprender el código, pero también reírse de él. Esa es, quizá, la lección más refinada de todas: que la elegancia no se enseña ni se impone, se insinúa. Gstaad Guy lo sabe. Por eso, incluso cuando se ríe del lujo, sigue perteneciendo a él.

Relacionados

Últimas noticias

Subir arriba