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Carla Royo-Villanova en Córdoba Estos pasados días de calor la ciudad de Córdoba encabezaba la lista de ciudades con máximas temperaturas. Y no pude evitar recodar cuando, hace apenas un mes, paseaba por sus calles y admiraba cual niña chica en una juguetería, sus balcones, patios, iglesias, conventos y plazas. En el artículo Como en casa pero lejos, os prometí escribir sobre esta ciudad que me dejó fascinada. El río Guadalquivir a su paso por la ciudad A orillas del Guadalquivir, bajo la hermosa sombra de Sierra Morena, se encuentra una ciudad milenaria, capital que fue de la Hispania Ulterior. Dos siglos antes del nacimiento de Jesucristo fue deseada por los romanos y la llamaron Corduba. Luego los visigodos construyeron la que fue origen de la ahora Catedral, La Basílica de San Vicente, sobre la que en tiempos omeya se levantó la primera fase de la Mezquita y posteriormente sus cuatro ampliaciones. Templo sobrecogedor en el que desde la última de las pestañas hasta lo más profundo del alma, el cuerpo se estremece. Rincones de Córdoba Pude recorrerla en el paseo nocturno ambientado con luz y sonido, mientras escuchaba las explicaciones desde su origen visigodo hasta nuestros días. Imaginaba así el paso del tiempo, era capaz de imaginar a los sultanes omeyas rezando bajo los arcos bicolores. Veía con claridad a Abderramán III ordenando levantar el alminar, hoy impresionante torre renacentista. Pasear por le Patio de los Naranjos es recorrer la evolución de la historia. Visigodos, omeyas, arquitectos del Gótico que dieron paso al Renacimiento para terminar en el recargado Barroco. Catedral desde 1245, ese lugar mágico y fascinante nos recuerda que la bella ciudad de Córdoba fue para quienes la ocuparon la más ansiada villa de la Península Ibérica. https://youtu.be/8qbJNURFkKU Un buen abanico y ganas de disfrutar son suficientes para pasear por las calles de Córdoba. Cruzar sus puentes o visitar sus Iglesias Fernandinas. Rincones y calles entrañables como la llamada calle de las Imágenes en la que los vecinos cada año cambian las instalaciones artísticas, ahora dedicadas a los guarda sueños… Soñar es gratis y en Córdoba se puede con los ojos bien abiertos. Las flores inundan todos los espacios Vistosas flores por cualquier parte que te obligan a parar, a fotografiar sin descanso. Calles y callejuelas que no importa dónde lleven, siempre te gustarán. Puertas y murallas a la vista o escondidas esperando que alguien las encuentres para llevarlas siempre en el corazón. Fuentes, jardines, plazas, y el Arcángel San Rafael, Custodio de Córdoba, presente en cualquier entrada a la ciudad como queriendo protegerla de la vanidad. Quizá por eso es una ciudad sencilla, hospitalaria y amable. La ciudad de Córdoba es hospitalaria y amable Elegantes casas y bellos palacios como el que guarda en sus muros y patios cinco siglos de historia. El Palacio de Viana hoy propiedad de Caja Sur y de visita obligada. Doce patios herederos de las tradiciones romanas y árabes, ahora protagonistas del tiempo. Luminoso homenaje a las flores y al agua. Mis favoritos, el Patio de la Capilla por su sosiego y silencio y el Patio de la Cancela, de suelo enchinado, ladrillos visto, balcones forjados y ventanas “azul Viana” que contrasta vistoso con las rosas amarillas de pitiminí. El Palacio de Viana cuenta además con obra de Goya, Sorolla y cómo no, de Julio Romero de Torres. Rincones de Córdoba El Convento de Santa Cruz, de las monjas Clarisas, caló en mi profundamente. Acceder al compás bajo un gran arco de medio punto es adentrarse en el rigor de la clausura. Y los azulejos del dieciocho en el interior de su iglesia te recuerdan que allí el tiempo se detuvo. Dispone de hospedería para acoger en sus celdas monacales al sentido y a la sensibilidad. Celdas que dan al patio conventual, o museo de capiteles de estilos visigodo, califal y romano. Allí dejé mi firma, saludé a las hermanas Clarisas que amables ofrecieron su sonrisa y humildad y el famoso granizado de limón para refrescar tanta emoción. Pozos y patios salpican el paseo por Córdoba No podemos abandonar Córdoba sin pasear por sus patios. Córdoba, esa ciudad de contrastes sensoriales que es capaz de llevarte desde la opulencia omeya hasta la humildad de un patio. Del incienso cristiano al aroma del azahar. Del bicolor al arco iris. Patios con leyendas enlazadas en sus gitanillas. Patrimonio de la Humanidad cuidadosamente cuidado, y valga la redundancia, por vecinos ávidos de mostrar su joya. Esa joya que protegen todo el año con tal cariño que estremece. El Patio de San Basilio en Córdoba En el Patio de los Marroquíes puedes dar vueltas y vueltas y seguir descubriendo en cada vuelta otra flor, otro detalle, otro aroma, otra ilusión. En el Patio de San Basilio una larga escalera encalada destaca por su solitario cactus, minimalismo rodeado de tiestos que cobijan estallidos de color. Las propietarias del patio, Conchi y Nani, explican a Carla la historia del lugar Carasucia, la vendedora de claveles que cautivó a Julio Romero de Torres y convirtió en su musa gitana, da ahora nombre al Patio de la calle Parras nº 6, ganador este año del premio de arquitectura antigua. Sus propietarias Conchi y Nani me explicaron que allí nació el poeta cordobés Pablo García Baena y fue residencia humilde para la modelo más juerguista de Romero de Torres. Una foto de la musa gitana puede verse a la entrada del patio y te invita a escuchar a los geranios. Ermitas, museos, baños árabes en una ciudad que no acaba. Dos días son pocos para disfrutarla, una hora suficiente para amarla eternamente. *Todas las fotografías: Carla Royo-Villanova. Más fotografías en su blog pinchando aquí.

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