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Les Avisés, el hotel de Jacques Selosse, arquitecto del champagne

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En el corazón de la Côte des Blancs, en el pequeño pueblo de Avize, se alza Les Avisés, un hotel-restaurante concebido como prolongación natural del universo del legendario Jacques Selosse, el viticultor que transformó la Champagne desde adentro.

Podría describirse como un hotel de diez habitaciones, pero eso sería reducirlo a una definición funcional. Y Les Avisés no es un alojamiento, sino un lugar donde la arquitectura, el vino y el tiempo dialogan. Una casa de campo convertida en microarquitectura del alma.

(Foto: Hotel Les Avisés)

La casa original pertenecía a una familia burguesa local

Avize reposa sobre la mítica tiza de la Côte des Blancs, una piedra mineral que respira bajo la tierra. Allí, donde las raíces de la uva chardonnay buscan profundidad, Jacques Selosse fundó su dominio familiar en 1949.

Décadas después, su hijo Anselme Selosse, considerado un revolucionario de la viticultura, transformó la finca y decidió abrir este pequeño hotel en la misma dirección que su bodega, en el número 59 de la rue de Cramant.

La casa original, de 1820, pertenecía a una familia burguesa local. Selosse la rescató con respeto y determinación. No quiso convertirla en un hotel de lujo al uso, sino en una extensión habitada del viñedo. Desde sus ventanas, el visitante observa el ondular de las vides y comprende que la geografía no es sólo paisaje: es materia emocional.

(Foto: Hotel Les Avisés)

En el hotel Les Avisés la hospitalidad es un ritual

Las habitaciones, todas distintas, se abren hacia los tres frentes del viñedo. No hay grandes gestos arquitectónicos, todo se sostiene en la precisión silenciosa de lo bien hecho. Como arquitecta, me fascinan los lugares que respiran su propio pasado.

Les Avisés conserva molduras del siglo XIX, suelos de madera original y muros gruesos que huelen a historia. Sobre ese armazón clásico, se ha injertado una reinterpretación contemporánea: muebles de líneas limpias, materiales nobles, textiles neutros, luminarias que juegan con la penumbra.

Algunas habitaciones conservan vigas vistas, otras muestran bóvedas bajas o techos inclinados. No hay estándar, hay carácter. La decoración rehúye la ostentación porque aquí el lujo no está en la superficie, sino en la temperatura emocional del espacio.

En invierno, la chimenea del salón se enciende cada tarde. En verano, las ventanas permanecen abiertas para dejar entrar el rumor de los tractores entre las vides. El silencio, especialmente aquel lunes de mi visita, parecía formar parte del mobiliario.

Los Selosse no conciben la hospitalidad como un servicio, sino como un ritual de encuentro. No hay room-service ni recepción 24 h; las llegadas se limitan a unas horas concretas. Todo parece diseñado para desacelerar, para recordarle al huésped que el tiempo tiene densidad y que la belleza, a veces, se mide en la cantidad de calma que produce.

(Foto: Hotel Les Avisés)

Un restaurante donde los platos dialogan con las botellas de Jacques Selosse

El restaurante, dirigido por Stéphane Rossillon y su esposa Nathalie, completa la experiencia. Su cocina es producto local, cocciones precisas, sabores que prolongan la mineralidad del vino.

Aquí la gastronomía se alinea con la viticultura, ambas son formas de expresar la tierra. Los platos dialogan con las botellas de Jacques Selosse que acompañan cada cena. Es una cocina que entiende que el lujo auténtico no reside en la abundancia, sino en la coherencia.

La sala del restaurante, con apenas unas mesas, conserva la atmósfera de una casa familiar. No hay mantel blanco ni artificio, sólo una luz cálida y el atardecer filtrándose por las cortinas.

Para comprender Les Avisés, hay que entender a sus creadores. Jacques Selosse fue un visionario, pero fue su hijo Anselme quien transformó ese legado en una filosofía. En los años 80, cuando la Champagne era símbolo de homogeneidad, Anselme propuso lo impensable: champagnes de terroir, fermentaciones naturales, crianza en barrica y mínima intervención.

(Foto: Hotel Les Avisés)

Un refugio para amantes del champagne

Su método se asemeja al proceso arquitectónico: observar, interpretar y dejar hablar al lugar. Como alguien que no impone un estilo, sino que revela lo que el espacio ya contiene, Selosse permitió que cada parcela de viña expresara su identidad.

Les Avisés prolonga una lógica donde el vino busca expresar la tierra y la arquitectura busca expresar el alma del viñedo.

Jacques y Anselme no diseñaron un hotel para turistas, sino un refugio para amantes del champagne. Un espacio para beber despacio, mirar despacio y habitar el tiempo.
Podría describir Les Avisés con tres palabras: luz, silencio y continuidad.

(Foto: Hotel Les Avisés)

Este pequeño hotel reivindica la singularidad

En la Champagne, la tiza no sólo define el suelo, sino también el aire. En las habitaciones, la luz parece nacer del suelo y disolverse en las paredes, como si la piedra misma emitiera claridad. El silencio es el crujido de la madera, el eco de un paso en el pasillo, el viento entre las vides. El silencio convertido en arquitectura.

La continuidad: todo está relacionado. El vino, la comida, la habitación, el paisaje. No existen fronteras entre lo natural y lo construido, entre lo exterior y lo interior.

En tiempos donde muchos hoteles de lujo reproducen un modelo global, este pequeño hotel en Avize reivindica la singularidad como valor. Es un refugio, una experiencia sensorial, una conversación entre huésped y lugar.

(Foto: Hotel Les Avisés)

Selosse entendió que el vino, como la arquitectura, no se hace para vender sino para revelar: un suelo, una historia, una emoción. En la mañana, la luz de Champagne atraviesa las cortinas y despierta al viajero. Por la tarde, la chimenea convierte el salón en una cápsula de intimidad. Por la noche, una copa de Selosse en la mano permite entender lo esencial: que la vida es ahora.

Les Avisés no es un hotel para todos. Es un hotel para quien sabe escuchar los lugares. Para quien entiende que la hospitalidad puede ser una forma de arte y que el vino, como la arquitectura, puede ser un lenguaje. El del silencio.

Isabel Chuecos-Ruiz

Arquitecta y Sommelier. Allí en el cruce de caminos entre la arquitectura y el vino encontré mi inspiración. www.isabelchuecosruiz.com

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