Mar Plato: una cocina que escucha al mar
Este nuevo restaurante del sur de Menorca combina producto local, cocina honesta y vistas al Mediterráneo desde un acantilado.
El nuevo restaurante de Pruden Izquierdo no está construido: está suspendido. Se posa sobre los riscos de Son Ganxo como si la isla lo hubiera imaginado. Aquí no hay platillos bonitos ni estética impostada. Hay brisa, yodo y profundidad.
Mar Plato no tiene paredes, tiene maderas pálidas, metales que no pesan, una luz que no alumbra, todo está diseñado para desaparecer. El restaurante quiere ser invisible, cada elemento respira espacio y al fondo una línea abraza el horizonte. Si la gastronomía es la nueva arquitectura, este lugar sería una casa sin muros, hecha de viento y atardeceres.
Pruden Izquierdo y su arte para cocinar el paisaje
De Jerez trajo el fuego lento. De Barcelona, el gesto exacto. Y de Menorca, la certeza de que el tiempo no debe apresurarse. Desde 2021, Pruden Izquierdo ha dejado de cocinar platos: ahora cocina paisajes. Con su hermano Quique al frente de la sala y Santi Cruilles como socio, han construido no un restaurante, sino una narración marina.
El protagonista absoluto es el atún rojo de almadraba. Pero no como símbolo de moda, aquí el atún es tratado como un objeto de estudio, una escultura que cambia según la luz y el corte. En sus manos, se convierte en estructura, en músculo.
La txuleta de atún con ponzu y huevo frito es una declaración de fuerza. El tartar es la forma más limpia de decir “aquí está el mar”. El variado de cinco cortes es un paseo por la morfología de un pez sagrado. El tuétano con grasa de txuleta es una provocación: grasa que se funde como el sol cuando toca el mar.
El diálogo de Mar Plato
La cocina de Mar Plato parte de una premisa clara, que el producto tenga algo que decir. El chef Pruden Izquierdo trabaja con técnica precisa y una sensibilidad que explica bien el atún rojo de almadraba que es el eje de su propuesta, interpretado en múltiples versiones que respetan su esencia.
Junto a él, pescados de lonja, verduras de cercanía y guiños al recetario andaluz conforman una carta que habla de territorio, memoria y sostenibilidad con un lenguaje contemporáneo y directo.
Todo aquí tiene una función. Nada se hace porque sí. Ni en la cocina, ni en la vajilla, ni en el tiempo entre plato y plato.
La experiencia en Mar Plato se define por la coherencia entre cocina y espacio. Cada elemento está pensado para poner en valor el producto local y el entorno natural sin distracciones. La propuesta gastronómica se sostiene en la técnica, el respeto por la materia prima y una ejecución cuidada. El resultado es una experiencia sólida y bien medida, pensada tanto para quienes buscan calidad como para quienes valoran la conexión con el lugar.
En la carta líquida encontrarás el rebujito de manzanilla que es un gesto sutil hacia la infancia del chef. Cada copa está pensada para acompañar una marea emocional. En Mar Plato, el tiempo se detiene sin que uno se dé cuenta. El mar basta, no hay prisas. La cocina se toma su ritmo.
Un lugar para celebrar lo esencial
Este no es un lugar para comer, es un lugar para estar con una copa de champagne celebrando el amor, y recordando qué es lo esencial. Dejar que el Mediterráneo hable, sin subtítulos.
Menorca busca otro tipo de lujo: el que no se toca, pero se siente. Mar Plato no pretende ser faro, pero alumbra un nuevo camino. El de una gastronomía sin artificios, una arquitectura sin ornamento, un turismo sin ruido.
Y como todo lo que merece la pena, esto apenas comienza. Comer en Mar Plato no es solo sentarse a la mesa, aquí la cocina emociona sin exhibirse, y el paisaje lo envuelve todo. De este rincón de Son Ganxo te llevas una forma distinta de mirar el Mediterráneo.