Foto: Cortesía de Cathay Pacific
Mi tercera visita a Hong Kong no ha hecho más que reafirmar el auge de la antigua colonia británica y territorio autónomo en el suroeste de China. Un destino que ha sabido preservar su esencia y tradición mediante una decidida apuesta por una modernidad y un cosmopolitismo propios de una capital de primer nivel.
Sea el que sea el pretexto por el que uno decide volar hasta Kong Kong, compensa con creces el largo trayecto. Da igual que el motivo sea laboral, de ocio o un punto de tránsito hacia otros destinos. Hay que tomar buena nota de todo lo que nos ofrece esta apasionante ciudad.
Los españoles, además, lo tenemos fácil gracias a los vuelos directos desde Madrid y Barcelona que pone a disposición CATHAY PACIFIC. Es la compañía premium originaria de Hong Kong, merecedora de varios galardones y situada entre las tres mejores aerolíneas del mundo. Pero si el destino final es otro, merece la pena aprovechar el stopover gratuito y hacer una exploración inicial de la ciudad.
Con lo que podemos empezar por una ruta que se considera imprescindible para empaparse de lo fundamental.
Nada más llegar y hacer el check-in en uno de los hoteles más icónicos, Regent Hong Kong, -diseñado con elegante simplicidad por Chi Wind Lo, arquitecto hongkonés basado en Milán- una inmensa bahía preside lo que podríamos denominar el epicentro de la ciudad.
Se trata de Victoria’s Harbour. Sus vistas desde ambos puntos, tanto desde la isla como de la península, son realmente apabullantes. Y el cruce de un lado a otro se puede hacer a bordo del Star Ferry, que en apenas en 10 minutos te dejará en el otro extremo ofreciendo una panorámica espectacular, tanto de día como de noche.
Un paseo más relajado sería a bordo de una de las embarcaciones tradicionales como el Aqua Luna, con sus míticas velas rojas desplegadas. Desde ella se puede disfrutar cada día a las 20.00 horas del famoso “Simphony Of Lights”. Un espectáculo de luces láser y música sobre el skyline que dura en torno a 10 o 15 minutos.
Otro de los atractivos turísticos que -a pesar de la cada vez mayor afluencia- sigue siendo muy recomendable es el ascenso a Victoria Peak, el punto más alto de la isla (554 metros). Habrá que tomar el Peak Tram y disfrutar de los paisajes a ambos lados de la montaña hasta llegar a un enorme mirador. Allí los turistas aguardan para tomar la mejor instantánea (y muy instagrameable) al atardecer con el sol reflejado en los edificios del centro financiero y la zona de Kowloon.
Y es que Kowloon es otra parada esencial. La que ya es una de las zonas con mayor densidad del mundo está repleta de templos, jardines y calles bulliciosas que resumen en buena parte la idiosincrasia hongkonesa. Quizás sea Wong Tai Sin el templo más popular y conocido. Hogar del taoísmo, budismo y confucionismo, los colores tradicionales de sus construcciones se funden con el follaje de los árboles que rodean sus estanques.
Ya en el el Distrito Central, el barrio financiero, podemos encontrar el templo Man Mo. Además de lugares emblemáticos como Hollywood Road, el barrio PMQ o el sistema de escaleras mecánicas exteriores más largo del mundo.
Aquí es donde deben prestar atención los fashionistas, porque las tiendas más tradicionales comparten ubicación con los establecimientos más contemporáneos, locales hipster y tiendas y restaurantes de diseño. Con especial atención al edificio PMQ, una antigua residencia para policías casados (Police Married Quarters) y cuna del diseño y de la creatividad autóctonas.
Es un centro que conserva la estructura del edificio original y en cuyas estancias se ubican cafeterías, galerías de arte y tiendas de diseñadores locales. Es el caso de Harrison Wong o #0 Tag Zero, una línea de ropa deportiva y urbana confeccionada con productos reciclados.
La gastronomía en Hong Kong es realmente reseñable. Un disfrute permanente y con opciones para todos los bolsillos. De hecho, Hong Kong y Macao -de la que hablaremos más adelante- reúnen conjuntamente un total de 69 establecimientos con estrella Michelin.
La cocina cantonesa muestra lo mejor de su amplia oferta en restaurantes como Yat Tung Heen, con una estrella Michelin y que además se ha aliado con Cathay Pacific para ofrecer a los pasajeros de Economy y de Premium Economy algunas de sus propuestas más conocidas.
Pero no hay que dejar pasar la oportunidad de visitar el dos estrellas Michelin ubicado en el renovado hotel Regent, Lai Ching Heen. Alojarse en este hotel es una experiencia en sí misma y cenar en uno de sus restaurantes más icónicos resulta igualmente memorable.
Como Duddell’s -sin duda uno de mis favoritos-, que cuenta con otra estrella y que también colabora con CATHAY Pacific para ofrecer los menús de alta cocina cantonesa a los pasajeros de Business y First en largo radio.
Si se toma el teleférico hasta la colina de Ngong Ping, en la isla de Lantau, se puede contemplar el Buda de bronce más grande del mundo (en portada), así como el Monasterio Po Lin. Las cabinas acristaladas, desde las que se observa toda la montaña a tus pies, son un auténtico espectáculo visual.
Tras subir los 268 escalones para admirar el Gran Buda, toca descender y acercarnos al pueblo pesquero Tai O, tomar una lancha y recorrerlo junto los barcos de pescadores locales. Dos vivencias, ambas, a poca distancia del centro de Hong Kong que completarán el viaje.
Macao ha dejado de ser el lugar al que van los chinos continentales a jugar a sus casinos y de compras. Macao se ha convertido en un destino único, que apuesta por la arquitectura, por los museos y por una oferta gastronómica muy interesante. Y por supuesto, con sus hoteles-casinos más rentables del mundo.
Así que tan solo hay que coger el TurboJet, un Ferry rápido que en apenas una hora te dejará en la terminal de Macao. Y tras unos minutos para chequear pasaportes, se podrá disfrutar de una ciudad francamente curiosa. Allí las reminiscencias portuguesas siguen presentes y donde la zona del centro te recuerda a cualquier población portuguesa, ya que fue territorio portugués hasta 1999.
Imprescindibles son la visita al Largo del Senado, las ruinas de la Catedral de San Pablo o la Fortaleza del Monte, que hará que pierdas de vista que estás en una región autónoma de la costa sur de China continental.
Merece la pena hacer noche y pasear con todos los edificios iluminados tras cenar en alguno de los restaurantes de cocina portuguesa.
Además de acercarse al día siguiente al Museo de Gran Premio de Macao o al Museo Poly en el hotel MGM, donde se puede hacer una ruta de la seda de manera virtual viendo tesoros recuperados en sus vitrinas.
Para tener las mejores vistas de la ciudad hay que subir a la Torre de Macao. Y si queda tiempo, acercarse a los pueblos tradicionales de Coloane y Taipa, ambos muy pintorescos y coloridos, repletos de pequeñas tiendas abarrotadas.
Si ya estamos de regreso, Cathay Pacific ofrece la opción de facturar en Macao hasta final de destino en sus billetes combinados. Lo que te permite llegar al aeropuerto libre de maletas.
Y si se vuela en Business Class se puede acceder a la Sala Bridge del aeropuerto -el Lounge de la aerolínea-. Allí, unas cómodas y amplias duchas te aguardarán junto con platos típicos cantoneses -hechos al momento- justo antes de tomar el vuelo nocturno.
Lo cierto es que viajar en clase Business con Cathay Pacific es una experiencia inolvidable desde el primer instante. Una tripulación entregada al máximo hace que el vuelo de 14 horas parezca corto. El neceser con el set de amenities de lujo Bamford, junto con unas cómodas zapatillas -y monísimas- y un edredón nórdico también de Bamford que se adapta a la perfección al asiento-cama ergonómico diseñado por Studio F.A. Porsche del modelo A350-900, ponen el broche final.
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