(Foto: Sotheby’s)
Sotheby’s acaba de subastar en Nueva York un nutrido grupo de relojes de bolsillo procedentes en su mayoría de la prestigiosa Colección Olmsted. Los cuatro lotes más valiosos, tres relojes de bolsillo y un reloj de escritorio, superaron los 16 millones de dólares, contribuyendo a que el conjunto de la colección alcanzara más de 20 millones.
Este resultado confirma la visión coleccionista del fallecido Robert M. Olmsted, quien reunió durante más de seis décadas piezas excepcionales tanto por su rareza como por su complejidad técnica.
El protagonista indiscutible de la subasta fue el reloj astronómico Grosse Pièce creado por de Audemars Piguet. Está considerado como el reloj más complicado jamás fabricado por la manufactura.
Creado originalmente para el prestigioso minorista londinense S. Smith & Son, este reloj (el único conocido de Audemars Piguet con tourbillon y planisferio) evoca el nivel de sofisticación de la célebre Supercomplicación Henry Graves de Patek Philippe.
(Foto: Sotheby’s)
La puja por el Grosse Pièce fue intensa desde el inicio, superando el millón de dólares en cuestión de segundos y culminando en un precio final de 7,73 millones de dólares, un nuevo récord para Audemars Piguet en subasta sin fines benéficos.
La pieza fue adquirida por un postor telefónico representado por Rich Fordon, especialista de Sotheby’s.
Otros relojes de bolsillo obtuvieron resultados extraordinarios, incluso modelos de relojeros menos conocidos. Ejemplos notables incluyen un reloj escolar alemán de Heinz Eberhard con tourbillon volante, que alcanzó 355.600 dólares.
O un tourbillon de gran tamaño de Charles Frodsham, subastado por 1,12 millones.
También destacaron los dos relojes de doble movimiento creados por Patek Philippe para John M. Morehead III. Ambos estaban equipados con repetición de minutos y, en el caso del mayor, dispone de un cronógrafo con ratrapante, que permite medir tiempos intermedios.
La fuerte competición entre expertos y coleccionistas situó sus precios en 3,7 millones y 2,49 millones, respectivamente, adjudicándose ambos al mismo comprador, lo que garantiza que permanezcan juntos.
La subasta también presentó un reloj de escritorio Patek Philippe hasta entonces desconocido. Fabricado para Thomas Emery, que alcanzó 2,73 millones. Este reloj, uno de solo tres ejemplares conocidos de su tipo, rivaliza en importancia con modelos históricos conservados en el Museo Patek Philippe.
En conjunto, la subasta significó un hito para la relojería de alta complicación, especialmente para Audemars Piguet, cuyos relojes de bolsillo rara vez alcanzan cifras cercanas a las logradas por Patek Philippe.
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