Foto Unsplash @Marcel Gross
Las alteraciones del clima que se viven en los últimos años están afectando a la producción del vino, modificando los ciclos de maduración de la uva y comprometiendo su calidad. Por ello, el sector está viviendo una transformación “sin precedentes”. Así lo cuenta el nuevo monográfico de BBVA, De la cepa a la mesa: la sostenibilidad en el mundo del vino, que explora cómo el sector vitivinícola está respondiendo a los desafíos del cambio climático.
De hecho, los impactos del cambio climático ya se sienten en los viñedos del mundo y están dando como resultado un mayor estrés hídrico, desequilibrio del suelo y la pérdida de biodiversidad. Esto a su vez se siente en los caldos que generan, pues se han detectado cambios en la acidez y los aromas del vino.
Por ello, las bodegas del mundo están tomando medidas, apostando por la viticultura regenerativa, la reducción de pesticidas y el impulso a variedades de uva más resistentes. También destaca cómo tecnologías como sensores IoT, inteligencia artificial o blockchain permiten anticipar plagas, monitorear viñedos en tiempo real y garantizar la trazabilidad de los vinos sostenibles.
Además, muchas bodegas están optando por generar su propia energía renovable, reutilizar el agua en bodega o emplear botellas más ligeras para reducir su huella de carbono.
Esta apuesta por la sostenibilidad también conlleva un compromiso social significativo. En España, los municipios con viñedos mantienen un 53% más de población que aquellos sin ellos, lo que evidencia el papel del vino en la lucha contra la despoblación rural.
A pesar de esta realidad, la relación entre el sector vitivinícola y el reto de la despoblación rural no está exenta de sus propios desafíos. Como la necesidad de atraer a las nuevas generaciones para mantener la actividad a largo plazo, o la estacionalidad del trabajo en el campo, que afecta a la estabilidad laboral y a las condiciones de los trabajadores. Aun así, los pueblos vitivinícolas han demostrado una mayor resistencia a la despoblación que el resto de municipios rurales.
Además, la apuesta por la modernización y la sostenibilidad incluye medidas que promueven la igualdad de género, el turismo responsable y el fomento del consumo moderado. Según la FEV, el número de mujeres al frente de explotaciones vitivinícolas en España se ha duplicado en la última década.
De hecho, el mono gráfico de BBVA destaca a algunas bodegas que han hecho de la sostenibilidad el eje de su estrategia. Familia Torres, con más de 150 años de historia, apuesta por la viticultura regenerativa y la recuperación de variedades ancestrales para adaptarse al cambio climático y preservar la biodiversidad. Con el objetivo de alcanzar cero emisiones netas en 2040, ha desarrollado innovaciones en eficiencia energética y ha incorporado sistemas pioneros de reutilización de dióxido de carbono (CO₂).
Por su parte, Freixenet ha reforzado su compromiso medioambiental y social mediante el uso del transporte ferroviario para reducir su huella de carbono en las exportaciones europeas. También con políticas inclusivas, programas de conciliación y un entorno laboral seguro y diverso.
Y el caso de Viñas Viejas de Soria, una asociación que agrupa a pequeñas bodegas de la Ribera del Duero, comprometidas con la preservación de un patrimonio enológico único y con el desarrollo del entorno rural.
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