La primera vez que te vi, eras un niño que mordías los micrófonos de una agencia de prensa que quería entrevistar a tu madre. A partir de ese momento todos te vimos crecer. Cuando ya te hiciste un hombre, lejos de querer aprovechar el hecho de ser hijo de Ana Obregón y Alessandro Lequio, siempre quisiste brillar con luz propia y solo con tu esfuerzo y trabajo.
Recuerdo perfectamente la primera vez que me llamaste para contarme que tenías una nueva empresa de comunicación. Cada vez que tenías un evento, mandabas un mensaje a todos para que te apoyáramos. Y así lo hicimos hasta el último día.
Siempre llevaste tu vida privada con mucho recelo. Recuerdo el día que me dijiste que te casabas con la que en ese momento era tu novia, Francisca González, con la que cumplías más de un año de relación. Aquella boda no se llevó cabo pero, afortunadamente, luego llegó a tu vida Carolina, tu último amor y la mujer que siempre estuvo apoyándote. Hasta el final.
Recuerdo también cuando en abril de 2018 te envié un mensaje para darte ánimos. Y cómo fuiste tú el que me quiso tranquilizar con tu cariñoso mensaje. Estos pensamientos y recuerdos son para quienes no te conocieron, porque quiero contarles cómo eras. Bonachón y muy trabajador, incluso durante tu enfermedad no paraste de crear campañas y organizar eventos. “Para mí el trabajo es un escape y me ayuda muchísimo”, solías decirme. Eras luchador, generoso, amigo de tus amigos y sobre todo, amigo de tu madre, a quien adorabas.
Tu relación con la presa siempre fue impecable. A pesar de que no te gustaba que en tus eventos los periodistas del corazón te preguntaran por tus cosas personales, siempre entendiste nuestro trabajo y nos respetabas. Como nosotros a ti. Tú te ganaste ese respeto.
Tu actitud con esta enfermedad y el mensaje que quisiste trasmitir a todos los que como tú, la sufren, es tu mejor legado. De hecho, todos nos conmovimos cuando supimos que a tu vuelta de New York habías decidido hacer un posado en una revista para poder contribuir con todos los gastos que tu madre había tenido durante tu estancia en ese país.
Una de las ultimas veces que te vi, fue en un evento de una marca que llevaba tu empresa. Recuerdo que después de posar ante los medios, compartiste con todos los invitados, y a los 20 minutos me dijiste “Me voy. Estoy cansadito”. Me quedo con esa foto y esa sonrisa. Ahora todos apoyaremos a tu familia, y sobre todo a Ana, tu madre. Seguro que eso es lo que tú nos pedirías.
*Fotografía principal Gtres
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