Míchel: “Haber hecho feliz a gente desconocida es un halago mayúsculo”
La vida le ha puesto en el camino retos constantes que ha superado con lucha, entrega y un talento innato que no ha dejado nunca de crecer. Siempre recuerdo a Míchel feliz, incluso en los momentos más difíciles. Ha sabido construir a su alrededor un hábitat de generosidad y amor que facilita la vida a todo el que entra a formar parte de su entorno.
Dice que su relación con la gente “la eligen ellos. Si me quieren, les quiero, si no, ¡que les vaya bien!”. Y, a día de hoy, no recuerdo a nadie que se haya desligado de él, porque quien le conoce, no se plantea ni en sueños alejarse de su vida. Da igual que ahora entrene en Arabia Saudí a Al-Qadsiah, club al que hizo campeón la pasada temporada. No hay distancia para la amistad que ha sabido construir, porque nunca falla y siempre esta cuando se le necesita. Siempre…
The Luxonomist: ¿En el mejor de tus sueños imaginaste todo lo logrado?
Míchel: Jamás. Lo pienso y lo hablo a diario. No creo que hayamos hecho las cosas tan bien como para disfrutar de tanta alegría. Sobre todo a ni vel personal y familiar.
TL: Talento, esfuerzo y compromiso te definen. ¿El secreto de todo ha sido descubrir la suerte de soñar en grande?
M: No soy de sueños imposibles, prefiero objetivos cercanos y de esfuerzo. La realidad es tener solidez y firmeza en mis apoyos y no decir nunca que no, pero competir al máximo por todo lo que haya por delante.
TL: ¿Hay un sueño que se repita una y otra vez?
M: Mi vida, mis amigos y mi familia. Es un sueño con los ojos bien abiertos.
“Mis nietos son lo mejor de hacerme mayor”
TL: ¿Qué hay del niño de barrio en el hombre consagrado de hoy?
M: Es el mismo. Ese niño no me abandona, porque ese niño me empuja a intentarlo sin descanso. El día que ese niño me abandone no será una buena sensación.
TL: ¿Ha sido un acierto reciclar tu vida de la forma que lo has hecho?
M: Me he reciclado muchas veces. Soy inquieto y constante. Me adapto ante la inseguridad de no dominar mi entorno. Me apasiona descubrir y mejorar.
TL: ¿El abuelo Míchel les cuenta batallitas de su mundo y experiencia a los nietos?
M: El abuelo Míchel es el hombre más feliz cuando me rodean. No les cuento cosas porque YouTube es un buen contador de historias y ellos lo saben. Los amo tanto que ellos son la mejor cosa de hacerse mayor.
TL: ¿Cómo se ve la vida desde otra cultura? Arabia poco tiene que ver con nosotros…
M: Todos los humanos tenemos cosas en común, incluso en las diferencias. Pero es apasionante adaptarse a otra cultura, religión, costumbres y poder ser feliz. Lo somos y lo disfrutamos.
TL: ¿A quién o qué no le dedicarías ni un minuto de tu vida?
M: No gasto ni un gramo de energía negativa. Tengo una teoría poco probada, pero es mía y me guía. Si le quito un segundo a dar energía positiva a quien quiero y se lo merece, se lo daré a la energía negativa y no me compensa. Mi relación con la gente la eligen ellos. Si me quieren, les quiero. Si no, que les vaya bien…
“Mi vida, mis amigos y mi familia son un sueño con los ojos bien abiertos”
TL: ¿Hay un primer pensamiento recurrente cada mañana?
M: Mirar al lado y ver quién me acompaña en este camino. Con estar a su lado al despertar ya me ha compensado vivir.
TL: ¿Ese plato del que te saturarías con placer?
M: Seguir disfrutando de mi vida. No me cansa…
TL: ¿Ese olor inolvidable que te transporta a la infancia?
M: A cuando mi madre planchaba y se vapor se convertía en camisa limpia y ropa de domingo.
TL: Tres palabras que definan el momento que está viviendo…
M: Felicidad, madurez y satisfacción.
TL: Imagínate que te piden que escribas tu vida. ¿Cómo titularías el libro?
M: La felicidad existe o qué he hecho yo para merecer esto…
TL: Y si se llevara al cine, ¿quién dirigiría la película?
M: Elegiría a los actores y escribiría el guion, porque quiere que quede constancia de lo que me ha hecho feliz. Y eso solo lo sé yo.
“Con estar con mi mujer al despertar, ya me compensa vivir”
TL: ¿Lo mejor que te gustaría escuchar de ti?
M: Nunca falla y siempre está ahí preocupado por vernos bien a su alrededor.
TL: Morirías por tener un superpoder. ¿Cuál sería?
M: Ser el ángel de la guarda de mis nietos.
TL: ¿Qué te imaginas haciendo cuando llegue la jubilación?
M: Llorar. Porque será el final… y no habrá más.
TL: ¿Alguna vez has pensado cuál sería tu epitafio?
M: No quiero epitafios, solo quiero que los míos se junten para despedirme con alegría como el recuerdo que tengo de todos.
TL: Si pudieras hacerlo, ¿qué le dirías al niño que se quedó atrás?
M: El niño me acompaña y no me abandona. No me deja y bien que me alegro.
TL: ¿Lo más impensable que te ha dicho un/a fan?
M: Me hacen sentir bien, tanto tiempo después, cuando me dicen: “Me hiciste muy feliz”. ¿Hay algo mejor que hacer feliz a la gente que no conoces? Es un halago mayúsculo.
“Me adapto ante la inseguridad de no dominar mi entorno”
TL: ¿Qué es lo peor de la fama?
M: La fama no existe. El que lo cree está perdido. La fama es efímera, la popularidad es vigente. Y aunque pasen los años, la gente te recuerda. La recomiendo en esas dosis, porque yo así la disfruto. La popularidad.
TL: Hay una inundación en tu casa y hay que salir “ipso facto”. ¿Lo que primero que coges?
M: Los manguitos… que no quiero ahogarme…
TL: ¿Qué no echaría de menos nunca en tu vestuario?
M: Los aduladores y los oportunistas.
TL: ¿Eres de dar consejos aunque no te los pidan?
M: Nunca doy consejos, me suena petulante. Doy opiniones solo si me las piden.
TL: ¿Esa situación o persona que te ha dejado sin palabras?
M: Cualquier momento en que alguno de mis nietos me dice: “Abu”. Ahí me rindo.
TL: ¿La cara y la cruz de ser tú?
M: La cara es la vida que tengo, la cruz vendrá el día que se acabe. Pero hasta entonces…
TL: ¿Algo que siempre dicen sobre ti y no es cierto?
M: Que soy altivo, chulo… y mis amigos dicen que soy muy generoso. Nada en su medida es cierto…
TL: ¿Un miedo que no sepas controlar?
M: Me gusta el miedo y me alerta para no relajarme. Siempre fui muy miedoso y si no aparece ese miedo, no reacciono.
TL: Es pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder…
M: ¿Es verdad que lloras cada día? Y contestaría: “¡Mucho”. Pero porque no me lo creo…