Los Obama han decidido quedarse dos años más en Washington después del final de su presidencia y hasta que la pequeña de la familia, Sasha, termine el colegio. Para ello han estado buscando una nueva residencia en la capital estadounidense durante meses. Una opción ha saltado a los medios como la elección definitiva y se ha convertido en la segunda dirección más famosa de Washington, después del 1.600 de Pennsylvania Avenue.
Se trata de una mansión de piedra de estilo Tudor construida en 1928 y recientemente remodelada. 1.108 metros cuadrados repartidos en cuatro alturas, con 9 habitaciones, 9 cuartos de baño, dos plazas de garaje, salas amplias, suelos de madera y dos entradas independientes. La residencia se encuentra en el número 2.446 de la calle Belmont, en el barrio de Kalorama, junto a la zona de embajadas y residencias diplomáticas de la capital. Este barrio de clase media-alta es una de las zonas más caras de Washington y queda muy cerca la Gran Mezquita de DC.
Está valorada en 5,3 millones de dólares y es propiedad actualmente de Joe Lockhart, exportavoz de Bill Clinton, y el precio del alquiler ronda los 20.000 dólares mensuales. En este barrio vivieron los ex-presidentes Franklin D. Roosevelt o Woodrow Wilson. Hoy, entre los vecinos de la residencia están Gérard Araud, el embajador de Francia en Estados Unidos, o Tony Podesta, hermano de John Podesta, el jefe de la campaña electoral de Hillary Clinton. La ex-secretaria de Estado y el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, tienen una casa a solo 800 metros de distancia.
Barack Obama no se ha mostrado especialmente entusiasmado de quedarse a vivir en la capital después de sus ocho años en la Casa Blanca. Será el primer presidente estadounidense en casi un siglo en permanecer en Washington tras dejar el cargo y confiesa que el día de la mudanza le resultará duro. El 20 de enero de 2017 será el día en el que el nuevo Presidente o Presidenta tome posesión en la ceremonia de inauguración que se celebra en el Mall de DC ante millones de personas.
Ese mismo día, durante esa misma ceremonia, el personal de la Casa Blanca se encargará de recoger todas las pertenencias del presidente saliente y trasladarlas a su nueva dirección. Todo ocurre en unas horas, visto y no visto. El 20 de enero por la mañana, los Obama desayunarán en la residencia por última vez. Y dejarán camino libre para que de comienzo la nueva era presidencial.
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