(Foto: Gtres)
Este miércoles 29 de octubre de 2025, en el marco del homenaje de Estado por las víctimas de la DANA, la reina Letizia ofreció una vez más una muestra de empatía y cercanía que no pasó desapercibida. La Reina rompió los protocolos reales y no dudó en deshacerse en besos y abrazos a los familiares de las victimas.
Incluso en algún momento su rostro predecía unas lágrimas que se resistían en salir. Unas lágrimas que en algún momento durante estos años de reinado sí que ha dejado ver. Como cuando, aún siendo prometida del rey Felipe VI, se rompió en el funeral de las victimas del 11M.
El acto tuvo lugar en el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, en Valencia, y contó con la presencia de los Reyes junto a familiares de las víctimas.
La reina Letizia se caracterizó por adoptar varios comportamientos que, aunque discretos, fueron altamente simbólicos. Como detenerse ante los familiares. En una de las primeras fases del acto, la reina Letizia mantuvo conversación con allegados de víctimas, mostró su atención y detuvo el protocolo establecido en el acto para escucharlas y consolarlas.
Uno de los momentos más emotivos se produjo con la joven Andrea Ferrari, de 20 años, hija de una de las fallecidas. La Reina la tomó la mano y la dirigió miradas de apoyo. Posteriormente la abrazó al terminar su intervención.
Mientras escuchaba a los familiares de los fallecidos, a la reina Letizia se la pudo ver con la cabeza gacha, ojos cerrados, en actitud de recogimiento, especialmente cuando una de las víctimas, Toñi García, que había perdido marido e hija, se acercó a ella.
Su vestuario, que es siempre tan comentado, fue sobrio, su postura contenida, sin gestos ostentosos, que reflejaron el tono solemne del acto más que su protagonismo personal.
Queda claro que la reina Letizia quiso enviar algunos mensajes como el reconocimiento del dolor ajeno.
Más allá del papel institucional, optó por posicionarse como testigo y acompañante. Su presencia no se limitó a la ceremonia formal, sino que incluyó la cercanía individualizada con los familiares.
En eventos de este tipo, donde el protocolo suele generar distancia, sus gestos —la mano en la espalda, detenerse o escuchar— ayudan a reducir la barrera institucional y a transmitir que el dolor es compartido.
Y es que los Reyes saben que en un día de conmemoración, sus actitudes pueden servir de consuelo a quienes perdieron a seres queridos. Un gesto sencillo, como tomar una mano, puede tener valor para quien lo recibe.
A pesar de que el rey Felipe estuvo, quizá, menos expresivo que la Reina, su sentir no era menor que el de su consorte. No se trató de una exhibición de emociones, sino de una emoción contenida; lo que genera autenticidad y credibilidad.
El funeral de Estado conmemoraba el primer aniversario de la tragedia, que afectó gravemente a la Comunidad Valenciana. La ceremonia incluyó lectura de nombres, minuto de silencio, ofrenda floral y también intervenciones de familiares.
Y es que el apoyo de los Reyes se manifestó en pequeños gestos, en detenerse, en mirar, en abrazar y en permanecer cuando era necesario. Y en un contexto de gran solemnidad y sensibilidad, esa forma de estar, ha sido relevante.
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