Meghan Markle, duquesa de Sussex, no escatimó a la hora de lucir joyas el día de su boda con el Príncipe Harry. La norteamericana caminó por el pasillo de la capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor con su vestido Givenchy y con diamantes deslumbrantes.
En concreto, lució unos delicados pendientes de diamantes de la colección ‘Galanterie’ de la joyería francesa Cartier, que acompañaba y embellecían aún más si cabe su radiante y feliz rostro. En su mano derecha también portó una exquisita pulsera rígida de diamantes y oro blanco que forma parte de una de las colecciones de alta joyería más icónicas de Cartier, la ‘Refrection’.
Pero las joyas que lució y que tienen un gran valor histórico fueron la tiara, el anillo de compromiso y por supuesto, la alianzas con las que sellaron su amor eterno. Con la tiara, Meghan siguió los pasos de Kate Middleton, portando una de la colección de joyas de la reina. Queen Mary, esposa del rey Jorge V, compró esta pequeña diadema de diamantes al joyero londinense de lujo Garrard en 1925. La tiara Queen Mary Diamond Bandeau llevaba años sin verse en ningún evento de protocolo y era considerada como una de las menos valoradas de la corona, hasta que Meghan se enamoró de ella y decidió lucirla en el acontecimiento más importante de su vida.
En cuanto a su impresionante anillo de compromiso, compuesto por tres diamantes, se trata de una piedra grande en talla brillante en el centro flanqueada por dos piedras más pequeñas en los lados. Este anillo de fue diseñado por el príncipe Harry con la ayuda de los joyeros de confianza de su abuela. En su diseño, combinó dos diamantes que pertenecieron a la colección personal de su madre la princesa Diana y que rodean un diamante central que el propio príncipe compró y escogió en Botswana.
El amor del príncipe por África es de todos conocidos desde hace años, especialmente por Botswana. El verano pasado la pareja compartió un romántico viaje por el continente africano y quizás sin saberlo, escribió el futuro de una relación que se selló con un bello diamante fruto de las salvajes tierras del continente. Una vez más, Botswana recupera su glamour, brillo y romanticismo gracias a sus diamantes y a sus poéticos atardeceres entre fieras.
El anillo de matrimonio se esperaba que estuviera fabricado en el Oro de Gales, ya que la familia real lleva utilizando este oro para todos sus anillos de boda desde que la Reina Madre de Isabel II se casara en 1923. Pero Meghan y Harry rompieron la tradición real cuando a la hora de intercambiar las alianzas en el altar, ella le regaló una de platino con un acabado texturizado. Harry por su parte sí que continúo la tradición y mandó crear el anillo de Meghan a partir de una pieza de oro galés, que la reina Isabel le regaló.
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