(Foto: Gtres)
El príncipe Andrés, de 65 años, ha sufrido la mayor caída en desgracia de la historia moderna de la familia real británica. El jueves por la noche, el rey Carlos III decidió despojarlo oficialmente de todos sus títulos reales y honores, incluida su residencia. Con ello ha marcado el final de su vida como miembro activo de la monarquía.
A partir de ahora, el ex duque de York será conocido únicamente como Andrew Mountbatten-Windsor, perdiendo incluso su tratamiento de “príncipe”, que ostentaba desde su nacimiento.
El Palacio de Buckingham confirmó la decisión mediante un comunicado de 109 palabras con un tono severo. El mismo señala que las medidas anunciadas son “necesarias”. Entre otras cosas porque Andrés continúa negando las acusaciones de abuso sexual en su contra, a pesar de las numerosas evidencias existentes sobre su relación con el financiero y delincuente sexual Jeffrey Epstein.
Pero han sido las afirmaciones de Virginia Giuffre las que lo han sentenciado. En su biografía póstuma confirmó haber sido víctima de trata y abusos cuando era menor. Relató los al menos tres encuentros que tuvo con Andrés.
Buckingham expresa su “más sentido pésame a las víctimas y supervivientes de cualquier forma de abuso”, subrayando la postura de tolerancia cero de la monarquía con estas actuaciones.
La decisión del Rey se produjo tras una serie de nuevas revelaciones periodísticas que sacaron a la luz correos electrónicos comprometedores entre Andrés y Epstein, desmintiendo que el príncipe hubiera cortado toda relación con el magnate en 2010.
Las críticas sobre el ventajoso contrato de arrendamiento de Royal Lodge en Windsor incrementaron la presión pública sobre la Casa Real.
El monarca, con el apoyo total del príncipe William y del resto de la familia, ordenó la rescisión del contrato de arrendamiento de la mansión de 30 habitaciones donde Andrés vive con su exesposa, Sarah Ferguson.
El ahora señor Mountbatten-Windsor será trasladado a una residencia privada en la finca de Sandringham, en Norfolk, propiedad del rey.
Fuentes del palacio insisten en que la decisión se tomó exclusivamente por Carlos III y sus asesores, en respuesta a las “graves faltas de juicio” de su hermano.
El historiador Andrew Lownie afirma en la prensa británica que esta medida no marca el final de las consecuencias para Andrés, quien podría enfrentarse a una nueva investigación policial sobre su conducta.
Mientras tanto, sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia han puesto tierra de por medio. Ambas están de viaje lejos de Reino Unido. Serían el único apoyo de Andrés. Las dos conservarán sus títulos y, según se ha informado, el monarca pretende protegerlas del escándalo que ha vuelto a sacudir los cimientos de la monarquía británica.
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