Palacio Solecio: un hotel de naipes y azulejos en el corazón de Málaga

Arte, historia y sabor se dan la mano en Palacio Solecio, el primer hotel boutique del corazón de la ciudad con un curioso nexo con los naipes.

Elisa Ventoso. 24/06/2025
Foto: Palacio Solecio

El profesor Díaz de Olano diseñó para Heraclio Fournier en 1877 la baraja española tal y como la conocemos hoy. Sin embargo, este icono de nuestra historia y nuestro ocio tiene una historia anterior. La que vamos a contar hoy está ligada a un comerciante italiano y un precioso edificio histórico. El primer hotel boutique de lujo de Málaga llamado Palacio Solecio.

Un edificio del siglo XVIII

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Palacio Solecio se ubica en un edificio del siglo XVIII. Foto: Palacio Solecio

El inmueble, construido en 1789, se ubica en pleno barrio de La Judería, frente a la iglesia de Santiago (la más antigua de Málaga) y a escasos minutos a pie de la catedral, el Museo Picasso y la Alcazaba.

En él vivió Félix Solescio, un comerciante genovés nombrado director de la Real Fábrica de Naipes de Macharaviaya por el Ministro Universal de las Indias, José Gálvez, durante el reinado de Carlos III. Un negocio cuyo objetivo era hacer 30.000 mazos anuales en régimen de monopolio para las Indias y que funcionó desde 1776 hasta 1815.

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Su fachada muestra varios trampantojos, utilizados para dar profundidad y embellecer las superficies que se pintaban. Foto: Palacio Solecio

Pues bien, a este curioso nexo entre la baraja española y Félix Solescio rinde homenaje el hotel de distintas maneras. En primer lugar con la fachada, que conserva al 90 % su aspecto original tras siglos oculta bajo capas y capas de pintura y sal. En ella destacan varios trampantojos antiguos que servían para dar profundidad a las pinturas y un sol en homenaje al apellido de su morador.

A ellos se unen de las forjas de los balcones y las figuras de las granadas encontradas en las ventanas, importantes por dos motivos. En primer lugar recuerdan a la ubicación del edificio, en la calle Granada, que sirvió de salida hacia la ciudad de La Alhambra. Y en segundo lugar por ser la imagen que Palacio Solecio ha elegido como logotipo -partida por la mitad- y cuyo fruto, la balausta, da nombre a su restaurante.

El nexo con el pasado de Palacio Solecio

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Escalera original y detalles del patio con elementos actuales y pasados. Foto: Palacio Solecio

Por supuesto, todas estas “casualidades” forman parte de una estudiadísima restauración y una cuidada decoración que aúna el pasado y el presente del edificio. Llevada a cabo por Antonio Obrador, ésta mezcla pinturas y obras de arte contemporáneas con elementos antiguos como vasijas, columnas, cestas de mimbre y las típicas persianas de esparto que caen sobre el patio principal.

A estas se suman los cuadros de cuero curtido de cordobán, muy típicos en la zona, que decoran las paredes de la recepción, el restaurante y los ascensores.

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Los textiles de las habitaciones son de los colores de la baraja española. Foto: Palacio Solecio

Y en las habitaciones, 68 situadas en el edificio original y 48 en el nuevo inaugurado en 2023, continúan los homenajes. Todas son acogedoras y están decoradas de la misma manera. Con piezas doradas, muchos espejos y telas tupidas que aportan calidez y toman los colores de los palos de la baraja española (amarillo, rojo, verde y azul).

En ellas no hay amenities de un solo uso y tanto los detalles para el huésped como los productos del minibar son de kilómetro cero. Como los chocolates Maychoco, el aceite de Ardales o la cerveza Victoria.

Arte, vino y azulejos en Balausta

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Uno de los rincones más especiales del hotel, el restauarnte Balausta. Foto: Palacio Solecio

Si hablamos de gastronomía, Palacio Solecio acaba de poner en marcha una propuesta tan original como atractiva. Haciendo gala de su exquisito buen gusto y sacando pecho una vez más de historia y ubicación, el restaurante Balausta propone ‘Un paseo entre azulejos y vinos’.

Se trata de un menú maridado con vinos malagueños que comienza en las inmediaciones del hotel y celebra la esencia mudéjar a través del arte y el sabor.

El Museo Picasso (Palacio de Buenavista), el Hospital de Santo Tomás y el Convento de San Agustín son las tres paradas del recorrido que precede a la degustación. En ellos se pueden ver los azulejos de influencias mudéjares, nazaríes y fenicias que reproducen las etiquetas de los vinos Ariyanas que riegan el menú.

Son un dulce de terruño pizarroso, un seco sobre lías finas y un moscatel de Alejandría -entre otros-. Todos de Bodegas Bentomiz, en la Axarquía, que aportan personalidad a una selección de platos cuidada, completa y muy andaluza.

Porque en ella abundan, una vez más, las referencias al entorno. Como el ajoblanco malagueño con tartar de cigalas de Caleta de Vélez; o la torrija tradicional acompañada de sorbete de limón del Valle del Guadalhorce.

Guiños deliciosos que también predominan en la carta de desayunos y en la del coqueto rooftop con piscina y vistas a la torre de Santiago. Como las croquetas, la ensaladilla, los quesos malagueños o el tartar de atún.

Sin duda, no hay fallo en este hotel con historia donde lo más difícil que harás en él, será marcharte.

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