Foto: Ela Marchewka
Desde el 29 de noviembre, la Rynek Główny, o Plaza del Mercado, acoge el mercado de Navidad de Cracovia, conocida como la ciudad de los reyes. Fiel a su origen, esta plaza, construida en 1257 para albergar a comerciantes de cobre, sal, carbón y plomo, destaca hoy por la variedad de sus puestos, luces y colores.
Con sus 40.000 m², es la plaza medieval más grande de Europa. En el siglo XIX se edificó en su centro la Lonja de los Paños, destinada al floreciente comercio textil, que aún conserva elegantes puestos de madera. Está rodeada de palacetes, edificios históricos y la imponente Basílica de Santa María, con sus dos torres dominando la plaza.
Desde la torre Hejnalica, que antaño daba la alarma, resuena cada hora la melodía hejnal en homenaje a un soldado caído durante una invasión tártara. La vieja torre del Ayuntamiento, imperturbable, observa el devenir de habitantes y turistas. En este entorno histórico-artístico, el Mercado Navideño de Cracovia se ha convertido en uno de los más grandes, completos, fascinantes y auténticos de Europa.
Entrar por cualquiera de los accesos a la Plaza del Mercado es sumergirse de lleno, con los cinco sentidos, en un auténtico cuento de Navidad. La vista se deleita con la belleza circundante: palacetes, iglesias, casas medievales y coloridas casetas decoradas al detalle, además del imponente árbol de Navidad y adornos artesanales.
El oído se llena de música tradicional y villancicos, creando una atmósfera festiva. Al tacto, la artesanía local invita a explorar: cerámica, adornos hechos a mano, tallas de madera, vidrio, cuero y joyas de ámbar. El olfato capta los aromas de la cocina tradicional polaca: bigos (estofado de col), zurek (sopa agria), pierogi (raviolis polacos) y vino caliente especiado. Finalmente, el gusto se deleita con delicias como el obwarzanek (rosquilla de Cracovia), pan de jengibre, quesos, embutidos, mermeladas y licores.
Este mercado nos envuelve en el espíritu navideño y las tradiciones polacas, desde las más ancestrales hasta las contemporáneas. Sus productos enriquecen la creatividad de quien los contempla y alegran a visitantes de todo el mundo. Además, el mercado ofrece actividades para todas las edades: talleres de artesanía, conciertos, villancicos y teatros callejeros.
Si el cuento de Navidad está servido al gusto de todos y la magia envuelve la ciudad de los reyes, no podía faltar el concurso de Belenes cuya tradición se remonta a San Francisco. Se montan por todo el centro de la ciudad y el ganador se exhibe en el Museo Histórico de la Ciudad de Cracovia. En 2018 fue reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.
No en vano, Cracovia es Patrimonio de la Humanidad. Su riqueza cultural y gastronómica, siempre dinámica y creativa, junto con su vibrante vida nocturna, refleja un potencial forjado durante siglos.
Su historia se ha forjado a base de resistencia y constante evolución, desde asentamientos paleolíticos hasta el siglo VI, cuando tribus eslavas se establecieron en la colina de Wawel. En el siglo XI, el cristianismo dejó su huella con la fastuosa Catedral de Wawel, ubicada dentro del imponente castillo, uno de los más célebres del mundo, que se eleva majestuoso sobre el río Vístula.
Construido en el siglo XI, y hasta el siglo XVII residencia de los reyes polacos, el castillo de Wawel alberga en su interior, además del Palacio Real, las sepulturas de los monarcas y del mártir San Estanislao, Patrón de Polonia. La Capilla de Segismundo, ejemplo destacado del primer Renacimiento polaco, y la Campana de Segismundo, la mayor de Polonia, completan este conjunto histórico.
El río Vístula favoreció el comercio y el intercambio cultural, propiciando una época dorada cuando Cracovia se convirtió en la capital de Polonia. La fundación de la Academia de Cracovia en 1364 consolidó su prestigio académico.
Hoy, su centro histórico invita a recorrer calles empedradas llenas de historia, sin olvidar el barrio de Kazimierz, famoso por su rica herencia judía, y los vestigios del gueto de Podgórze, como la Farmacia Pod Orłem, que evocan los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial.
El Parque Planty, levantado sobre las antiguas murallas medievales, celebra el reconocimiento de Cracovia como Ciudad de la Literatura por la UNESCO. Iglesias como San Andrés y la Iglesia de los Jesuitas sobresalen por su esplendor arquitectónico.
A pesar de los desafíos históricos, como particiones y la ocupación nazi, la ciudad ha conservado su esencia histórica. En esta época del año, Cracovia nos invita a protagonizar el más hermoso cuento de Navidad.
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