¿Por qué se nos pega una canción en la cabeza?
Y qué podemos hacer para librarnos de ella.
Con todos los respetos y cariño hacia Georgie Dann, cuando uno se observa a sí mismo con estupor cantando toda la tarde La Barbacoa dentro de su cabeza, no puede menos que acordarse de todos sus muertos. ¿Por qué nos sucede esto? ¿Cuál es el motivo que nos lleva a padecer este incómodo tormento? Las razones están en tu cerebro y pueden ser explicadas en términos de neurociencia.
Nos ha pasado a todos más veces de las que desearíamos admitir. Alguien a nuestro alrededor canturrea una canción tonta, la ponen en la radio o —y esta es la peor opción— de repente se nos ocurre a nosotros mismos. A partir de ahí, ya se puede decir que está pasando: se nos ha pegado una canción y no hay forma de que se nos quite de la cabeza.
Un fenómeno normal y frecuente
A pesar de ser una respuesta fisiológica completamente normal y habitual, resulta tan desconcertante como molesta. Lo que más nos inquieta, probablemente, es su carácter automático y absurdo. Porque hay que reconocer que uno no puede evitar sentirse un poco ridículo cuando se sorprende interiormente cantando a Leticia Sabater, o esa de Despechá, de la que ya nos habíamos olvidado hasta ahora. Es entonces cuando nos preguntamos, a la desesperada, “¿por qué me pasa a mí y a qué viene esto ahora?”
¿Qué es un earworm y por qué sucede?
El fenómeno tiene incluso nombre propio. Se llama earworm, que en inglés significa literalmente gusano del oído. En español no existe una traducción oficial, pero a menudo se habla de canciones pegadizas o canciones que se te meten en la cabeza. Según la investigadora Vicky Williamson, psicóloga musical de la Universidad de Sheffield en Reino Unido, se trata de un ejemplo de memoria involuntaria, similar a cuando se nos viene a la mente de pronto una imagen o una frase sin haberla buscado activamente. En este caso, la diferencia es que lo que recordamos es un fragmento musical. Este, además, suele repetirse en bucle sin nuestra autorización mental.
Tal como explica David Silbersweig, neurocientífico de Harvard, “los earworms activan regiones del cerebro asociadas con la memoria auditiva y la planificación motora“. Es decir, no sólo recordamos la melodía, sino que nuestro cerebro se comporta como si estuviéramos reproduciéndola o incluso cantándola físicamente, aunque no lo hagamos de forma consciente.
Canciones pegadizas: ¿hay un patrón común?
Por si fuera poco, no todas las canciones tienen las mismas probabilidades de convertirse en gusanos auditivos. Algunas reúnen las condiciones ideales para ello, según diversos estudios de psicología musical.
Las canciones más proclives para quedarse en nuestra cabeza tienen en común tres características:
- Son melodías simples y repetitivas, que facilitan la codificación y reproducción mental.
- Presentan intervalos musicales inusuales, que las hacen distintivas respecto a otras melodías.
- Su ritmo es enérgico o pegadizo, hecho que activa el sistema de recompensa del cerebro, haciendo que el recuerdo sea más persistente.
El papel de las emociones en nuestro karaoke cerebral
Ahora bien, ¿es todo cuestión de armonía, ritmo y patrones melódicos? ¿O también influye lo que sentimos? La respuesta parece ser mixta. El cerebro tiende a conservar mejor los estímulos emocionales, sean positivos o negativos. Por eso, si una música está asociada a un momento concreto —unas vacaciones, una ruptura, una fiesta—, es más fácil que resurja de forma espontánea. El contexto emocional refuerza la codificación del recuerdo.
Además, cuando estamos bajo estrés o aburridos, el cerebro busca estímulos internos que compensen esa carencia, y muchas veces lo hará a través de estos bucles musicales. Como señala la conocida investigadora en esta materia Elizabeth Hellmuth Margulis, la repetición musical puede servir como una forma inconsciente de autorregulación emocional, ya que ayuda al cerebro a gestionar estados internos como el aburrimiento o la tensión. Por otro lado, Margulis ha demostrado que cantar, tararear o moverse al ritmo aumenta la posibilidad de que una melodía se instale como earworm en la mente
Qué podemos hacer para evitarlo
Si el gusano musical se vuelve especialmente pesado, hay algunos trucos que pueden ayudarte a “desalojarlo” de tu mente:
- Escuchar la canción completa.
Aunque parezca contradictorio, escuchar la canción entera en lugar de sólo el fragmento puede ayudar a cerrar el ciclo y que el cerebro la deje ir.
- Distraerte con una actividad cognitiva.
Por ejemplo, resolver un sudoku, hacer una lista mental o leer un texto complejo desviará la atención del bucle musical.
- Cambiar de melodía.
Sustituir la canción por otra menos molesta (la llamada canción cortafuegos) también puede ser eficaz. Eso sí: asegúrate de que esta segunda no se convierta en el nuevo problema.
En cualquier caso, esta especie de gusanos musicales, afortunadamente no son parásitos motivo de preocupación. La ciencia los considera una respuesta totalmente normal y transitoria, que ocurre más o menos al 90% de la población al menos una vez por semana, y casi un 25% llega a experimentarlos varias veces al día, según explica Margulis.