Noticias sobre familia en The Luxonomist

Los accidentes son la causa más frecuente de mortalidad y nuestros niños, 'las personitas' más expuestas a los mismos. La curiosidad y la irreflexión propias de la infancia, junto muchas veces la falta de supervisión de los adultos, que no vemos las cosas desde su misma óptica, les hacen indudablemente más vulnerables. Despistes de escasos segundos de duración, desde prácticamente la edad de recién nacido, nos hacen darnos cuenta de que el niño “no se mueve hasta el día en que se cae”… y que a medida que va creciendo y teniendo una mayor autonomía, los peligros también crecen con él. En verano la relajación propia de las tan ansiadas vacaciones, junto con la salida de nuestro entorno, más al aire libre o a otros lugares donde no existen las habituales medidas de protección de nuestras casas 'tipo búnker', los accidentes se multiplican. Los accidentes más frecuentes son las caídas. Foto: reeducandoamama Los accidentes más frecuentes, aunque variables según las edades, son las caídas, las intoxicaciones, las quemaduras, la ingestión de cuerpos extraños con asfixia y atragantamiento. Y menos frecuentemente, pero no por eso menos graves, los ahogamientos y los accidentes de tráfico. En cualquiera de ellos la vida de nuestro hijo puede estar en riesgo. Las primeras medidas son fundamentales y para ello actuar con serenidad, tranquilidad y sensatez, con rapidez pero pensando antes en lo que tenemos que hacer es lo primero a tener en cuenta. A continuación, establecer las prioridades, el ABC de los primeros auxilios que todos deberíamos conocer, mantener la vía aérea libre de cualquier cuerpo extraño que pudiera tener, hacer que respire con las conocidas maniobras del 'boca a boca' y restablecer la circulación de la sangre mediante el masaje cardíaco. Finalmente, una vez salvada la vida, será el momento de ocuparnos de las heridas. La mejor manera de prevenir los accidentes es vigilar a los niños. Foto: resuelto La mejor manera sin lugar a dudas es prevenirlos y para ello no es tanto el vigilar a los niños en todo momento y lugar, que indudablemente también, sino enseñarles a ser conscientes de los peligros que les rodean y en ambas cosas, la familia, los profesionales de la sanidad y los educadores constituimos un pilar básico y fundamental.

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