(Foto: LVMH)
Las marcas de lujo ya miran más allá del producto que ofrecen para centrarse en algo menos visible pero más relevante a nivel global como la conservación del patrimonio cultural. Restaurar edificios, proteger archivos y mantener vivos oficios tradicionales se ha convertido en una parte esencial de la estrategia de los grandes grupos del sector en el marco de sus estrategias de responsabilidad social.
El grupo LVMH es uno de los actores más activos en este ámbito. Su apoyo a la restauración de Notre-Dame de París tras el incendio de 2019 marcó un punto de inflexión, pero no es un caso aislado. La recuperación de La Samaritaine o su implicación en proyectos de preservación en Venecia muestran una apuesta clara por el patrimonio europeo.
Dentro del grupo, Dior y Loewe amplían esta visión, cada uno a su manera. Por un lado Dior aprovechó la rehabilitación de 30 Avenue Montaigne para crear un espacio que reúne museo, archivo y ateliers. Y por otro Loewe trabaja para mantener vivas técnicas artesanales a través de su Craft Prize y de colaboraciones con artesanos de distintos países.
Por su parte, el grupo Kering aborda el patrimonio desde la artesanía y la cultura material. Gucci ha invertido en la restauración de talleres en la Toscana y en la conservación de su archivo histórico en Florencia. Además de crear el Gucci Garden, un museo vivo de la marca.
También, Saint Laurent ha contribuido a preservar el legado cultural de Marrakech a través del Museo Yves Saint Laurent. Y Bottega Veneta mantiene vivo el intrecciato, la técnica artesanal italiana de entrelazado de tiras de cuero, mediante escuelas de artesanía en Veneto. Sin olvidar el museo en honor a Balenciaga ubicado en Guetaria que protege técnicas y archivos que forman parte de la historia de la moda española.
Richemont también desempeña un papel clave en la preservación del patrimonio. Cartier mantiene desde hace décadas un compromiso constante con la conservación de archivos, piezas históricas y artes decorativas, colaborando con museos internacionales y financiando restauraciones.
Otras maisons del grupo, como Vacheron Constantin o Jaeger-LeCoultre, protegen oficios altamente especializados. Lo hacen restaurando movimientos antiguos y manteniendo talleres dedicados a la reparación de relojes patrimoniales.
Saliendo de las grandes casas de moda, en el ámbito hotelero, Aman y Six Senses han demostrado que la restauración patrimonial puede convivir con la hospitalidad contemporánea. Sus proyectos recuperan fortalezas, palacios, monasterios y quintas históricas, devolviendo vida a espacios que forman parte de la memoria arquitectónica de cada región.
En conjunto, estas iniciativas muestran un paradigma que ya se ha consolidado en el sector. Pues el lujo ya no se define solo por lo nuevo y glamuroso, sino por la capacidad de proteger el patrimonio cultural y cuidar lo que ya existe y así permitir que sigamos disfrutándolo durante más tiempo.
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