Foto: Boom Boom Ciao
La cocina italiana es mucho más que la típica trattoria de mantel de cuadros (que nos encanta) y el pizzaiolo con delantal lleno de harina. También es una cocina divertida y muy versátil cuyos platos pueden tomarse siguiendo las recetas tradicionales o con una vuelta de tuerca más sorprendente y original. Esto es precisamente lo que propone el restaurante Boom Boom Ciao del barrio madrileño de Malasaña. Una carta divertida y llena de sabor que invita a ir de viaje a Italia… y alrededor del mundo.
El establecimiento, autodefinido como ítalo-nómada, se muestra como un colorido decorado inspirado en las experiencias de una familia de zíngaros errantes, los Giannini, que recorrieron los cinco continentes guiados por las mariposas. Lámparas en forma de globo, candelabros, sofás y butacas de estampados eclécticos sirven de escenario para la degustación de sus platos coloristas y con un marcado carácter italiano.
Entre ellos destacan algunos clásicos que, sin embargo, aquí se elaboran con ingredientes diferentes. La burrata por ejemplo se toma con melocotón en almíbar en lugar del clásico tomate; y la ensalada de rúcula es ahumada y se acompaña de portobellos y tomatitos confitados.
Sorprenden también los fusilli gigantes ‘a la cordobesa’ salteados con carrilleras guisadas; o los siempre apetecibles saquitos de ricotta y pera que aquí se aliñan con aceite de espinacas.
Igualmente, la carta de Boom Boom Ciao también tiene platos típicamente italianos para los que no quieran arriesgar. Como la pizza ‘zíngara de Bologna’ con mortadela de Bologna al tartufo con burrata y pistacho molido; los mafaldines salteados con mini setas y trufa; o el clásico vitello tonnato.
Además de una amplia selección de carnes (de cerdo, vaca o pollo) y pescados (lubina, salmón…) a la brasa; y postres en los que no falta el café, el chocolate, el pistacho o los míticos cannoli de ricotta sicilianos. Todo exquisitamente presentado y con un marcadísimo sabor.
No obstante, el punto canalla del restaurante lo ponen su decoración y una extensa carta de cócteles. Con o sin alcohol, afrutados, dulces o especiados, en copas clásicas o divertidas, las opciones llegan casi a la veintena y se presentan como una opción perfecta para abrir boca o poner el broche a la velada.
Esa que transcurre en un ambiente distendido e informal, en el que llama la atención la decoración cuasi circense en la que no faltan los globos aerostáticos, los animales fantásticos y las omnipresentes mariposas. Seres coloridos y casi mágicos que definen perfectamente la esencia de este fantástico lugar.
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