Foto: Javier Ocaña
La sombra de su apellido es alargada y, con la perspectiva que da el tiempo, ahora le encanta que le recuerden quién le inoculó el talento en vena. Antonio Mercero acaba de publicar Está lloviendo y te quiero, un título que se merece la historia “de un escritor buscando su historia, una historia apelando al escritor”. Porque, en ella, el autor ficciona la historia de sus ancestros. Un viaje emocional, que le hizo sentir muy cerca a su padre durante el trayecto…
The Luxonomist: ¿Qué te lleva a “pasar” del periodismo y enfocarte en escribir guiones de tv y libros?
Antonio Mercero: A mí me gustaba mucho el periodismo, pero a veces sentía que una noticia quedaba coja porque le faltaba tal o cual cosa para ser una historia perfecta. Si tienes esa sensación, estás a un centímetro de pasar a la ficción y abandonar la realidad. Siempre me ha gustado contar historias, desde pequeñito, así que la transición era cuestión de tiempo.
TL: Está lloviendo y te quiero. Solo por el título habría que comprar tu novela. ¿Crees en la influencia de una portada?
AM: Creo que la portada y el título son la puerta de entrada a cualquier libro. Es muy importante que intriguen al lector, que generen la primera chispa de su deseo de comprarlo. Tiene mucha más importancia en la suerte de un libro de lo que se piensa.
TL: La defines como una historia de ficción, pero que ha supuesto un viaje emocional. ¿Necesitabas hacer ese camino?
AM: Yo no sabía que necesitaba escribir esta historia, pero al encontrarme un reloj de pared de mi tatarabuelo en Wallapop me di cuenta de que había una señal en ese azar, como una inversión mágica. En lugar de un escritor buscando su historia, una historia apelando al escritor. Así que me puse manos a la obra.
TL: ¿Ha sido un tránsito depurativo y sanador?
AM: Sí que ha tenido mucho de viaje emocional. Escribir sobre la tierra de mi padre, sobre sus gentes, sus costumbres, sus canciones, ha sido como tenerlo cerca durante varios meses. Me ha gustado la experiencia, me ha servido para conectar con mis ancestros, con mi familia guipuzcoana. He recorrido con ellos el siglo XX español, que es turbulento y duro, pero también apasionante.
TL: ¿Qué hay del Antonio Mercero de Farmacia de guardia en el autor triunfador de hoy?
AM: Queda mucho de aquel guionista joven que quería ganarse la vida escribiendo. Sigo siendo un buscador de buenas historias, de personajes originales y complejos, de temas sobre los que merece la pena reflexionar. Igual que entonces, me sigue pareciendo muy difícil escribir una buena novela o un buen guion. Me sigue visitando la inseguridad de mis inicios, a escribir se aprende cada día y nunca se aprende del todo.
TL: ¿La aventura del trío Carmela Mola es ya un punto y aparte en tu camino literario?
AM: No, Carmen Mola sigue en liza, nos quedan muchas historias por escribir y muchas risas por el camino, porque la maravilla de Carmen Mola es que disfrutamos mucho del trabajo en equipo. Aprendo mucho de mis compañeros, son grandes amigos y con ellos estoy viviendo la gran experiencia literaria de mi vida.
TL: ¿Uno es más libre cuando escribe sin compañía?
AM: Escribir es un acto de libertad, tanto si lo hago solo como en equipo. Es evidente que al hacerlo con mis compañeros de Carmen Mola estoy obligado a respetar otras formas de ver la historia y no tiene sentido intentar imponer mi visión del mundo. En las novelas individuales recupero el control absoluto sobre el argumento y sobre el estilo. Vuelvo a ser el rey soberano que toma todas las decisiones, y esa sensación es embriagadora. Pero también echo de menos las sesiones con mis compañeros. No se puede tener todo en esta vida.
TL: ¿La sombra del apellido es alargada?
AM: Es alargada, sí, lo ha sido a lo largo de toda mi carrera. Durante unos años me molestaba que me compararan con mi padre e incluso que me preguntaran por él, porque quería valerme solo y que mi nombre bastara para definirme, más allá del parentesco. Ahora me encanta que me pregunten por él, me siento orgulloso de mi padre y me gusta que lo recuerde todo el mundo.
TL: ¿Qué te diría hoy tu padre al ver el profesional en el que te has convertido?
AM: Creo que estaría orgulloso de mí, de ver que me he abierto camino en esta profesión tan difícil. Y creo que se habría emocionado con “Está lloviendo y te quiero”, que habla de él y de su tierra, y que toma prestado un título suyo de un guion que se quedó inédito.
TL: ¿El premio Planeta, con tus compañeros de Carmen Mola, fue un incentivo o una presión añadida?
AM: Ha sido un punto de inflexión en mi carrera, un espaldarazo, porque al ganar ese premio llegas a muchos lectores. Yo no he notado una presión añadida, aunque sí percibía el riesgo de perder libertad creativa al salir del anonimato. Todo escritor corre el riesgo de caer en la autocensura y nos podría haber pasado al dar la cara. Pero creo que hemos sabido mantener la libertad y el descaro de nuestra propuesta literaria.
TL: ¿La mejor historia siempre está por llegar?
AM: El escritor se pasa la vida intentando escribir la novela redonda, perfecta, y la gran tragedia es que nunca lo consigue. Hay un abismo entre la novela que querías escribir y la que terminas escribiendo, así que madurar como escritor es resignarse a la medianía o a la evidencia de que no tienes tanto talento.
TL: ¿A quién no le dedicarías ni un minuto de tu vida?
AM: A un arrogante.
TL: ¿Hay un primer pensamiento recurrente cada mañana?
AM: Mi novia, nada más abrir los ojos. También antes de cerrarlos.
TL: ¿Ese olor inolvidable que te transporta a la infancia?
AM: Los chipirones en su tinta que cocinaba mi madre.
TL: Tres palabras que definan el momento que está viviendo…
AM: Melancólico, amoroso, feliz.
TL: Imagínate que te piden ahora que escribas tu vida. ¿Qué título le pondrías al relato?
AM: Un hombrecillo triste y risueño.
TL: Como gusta mucho, deciden llevarla al cine. ¿Quién dirigiría la película?
AM: Frank Capra o nadie.
TL: ¿Lo mejor que te gustaría escuchar de ti?
AM: ¡Qué majo, qué divertido!
TL: Si pudieras hacerlo, ¿qué le dirías al niño que se quedó atrás?
AM: Sal del árbol hueco en el que te escondías, no tengas miedo.
TL: Se empieza a inundar tu casa una inundación tu casa y tienes que salir al instante… ¿Qué es lo primero que coges?
AM: El móvil, claro.
TL: ¿Eres de dar consejos aunque no te los pidan?
AM: No, hay que estar muy loco para hacer caso de los consejos.
TL: ¿Esa situación o persona que te ha dejado sin palabras?
AM: Situación, la Dana de Valencia. Persona, Nadal como tenista.
TL: ¿La cara y la cruz de ser tú?
AM: Soy intenso, en la cara y en la cruz.
TL: ¿Algo que siempre dicen sobre ti y que no es cierto?
AM: Que soy torpe con las manos. En realidad, soy vago.
TL: ¿Un miedo que no sepas controlar?
AM: Tengo miedo de muchas cosas, pero también autocontrol. Ahora bien, un perro corriendo hacia mí, fogoso…
TL: Es pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder…
AM: ¿Se puede disfrutar de la tristeza? Algo así, que permita filosofar.
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