Foto: Gtres
La celebración del Día Mundial de la Salud Mental ha sido el pretexto escogido por el príncipe Harry y Meghan Markle para reaparecer en Nueva York. No se les veía juntos por la ciudad de los rascacielos desde el pasado mes de mayo y entonces, la cosa acabó en polémica. La pareja denunció la supuesta “persecución catastrófica” por parte de algunos fotógrafos sobre el taxi que les trasladaba por las calles de Nueva York. Entonces, Harry y la madre de Meghan Markle acompañaban a la duquesa tras recibir un premio por su labor feminista.
Tras ello, a pocos les extrañó ver hasta siete vehículos de alta gama, incluidos algunos coches de policía, escoltando esta vez a Harry y Meghan Markle a su llegada a un evento muy deseado por ambos. La salud mental es uno de los temas que más preocupa a la pareja desde hace años y el elemento fundacional de Archewell.
En el coloquio de este martes promovido por su fundación, la propia Meghan Markle reconoció que está “asustada” por la perspectiva de que sus hijos, Archie y Lilibet, algún día utilicen las redes sociales. “Como padres, aunque nuestros hijos son muy pequeños, tienen dos años y medio y cuatro y medio… pero las redes sociales no van a desaparecer”, dijo Meghan.
La duquesa no tiene cuenta activa en las redes sociales. Pero antes de salir con el príncipe Harry sí tenía Instagram. Unos 11 millones de seguidores tenían acceso a sus post. La pareja abandonó las redes sociales de forma activa en cuanto salieron de Londres en marzo de 2020. Harry y Meghan reconocieron que llevan un año trabajando con un grupo de familias para crear por crear un espacio en línea más seguro para los jóvenes.
En cuanto al look que Meghan Markle usó para el evento sobre salud mental, una vez más fue de altura. Escogió un dos piezas en blanco que nos recuerda mucho al vestido beige que utilizó en su primer acto oficial como duquesa de Sussex. Una cita en la que acompañó a Isabel II a Cheshire cuando aún vivían en Londres. El de entonces era de Givenchy y el de ayer de Altuzarra, y cuesta unos 3.500 dólares. Los zapatos en tono nude eran de Aquazzura y, como siempre, dio el do de pecho con las joyas.
Escogió el Tank de Cartier que se parece tanto al que usó su suegra, la princesa Diana. En el cuello lució una gargantilla de Logan Hollowell con un precio de casi 3.000 euros; a juego con unos pendientes de zafiros y esmeraldas de Sarah Hendler cuyo precio ronda los 2.000 dólares.
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