Foto: Gtres.
Han pasado dos años de la última vez que vimos a Kate Middleton vestida de gala. Debido a su enfermedad, la princesa se alejó de los actos públicos y aunque ahora está volviendo poco a poco, este martes firmaba su gran regreso vestida de largo y luciendo tiara. Ha sido en la cena de gala que Carlos III y Camila han ofrecido en el castillo de Windsor en honor a Emmanuel Macron y su mujer, Brigitte, que están de viaje oficial en el país.
Kate Middleton fue la gran protagonista de la cena de gala. Había mucha expectación por volver a verla vestida de largo y con tiara, y no defraudó. Si por la mañana había apostado por la moda francesa con Dior, para la noche siguió esta estrategia con un espectacular vestido de Givenchy.
La princesa de Gales deslumbró con un vestido de un potente color rojo confeccionado en crespón de seda, con detalles fruncidos y ajustado a la cintura, que destacaba por la capa que llevaba en la parte trasera y que cubría sus brazos.
La elección de Givenchy ha llamado la atención de los fanáticos de la realeza, pues es la misma firma que diseñó el vestido de novia de Meghan Markle. Sin embargo, esta elección tiene un significado muy importante para Kate, pues su gran amiga Sarah Burton, y diseñadora de su vestido de novia, es ahora la directora creativa de Givenchy.
Tal y como marca el protocolo, la princesa llevó tiara. En concreto, la Cambridge Lover’s Knot, una diadema encargo de María de Teck, abuela de Isabel II, a la joyería Garrand en 1913. La tiara está inspirada en otra diadema que fascinó a María de Teck y que pertenecía a su abuela, la princesa Augusta, esposa del duque de Cambridge. De ahí su nombre.
Sin embargo, esta tiara tiene una estrecha relación con Lady Di. Isabel II se la entregó como regalo de bodas en 1981 y, a pesar de que no la llevó en su gran día, la lució en numerosas ocasiones, siendo una de sus preferidas. Tras su divorcio tuvo que devolverla al joyero real.
En cuanto a las joyas, Kate Middleton completó el look con unos espectaculares pendientes art déco de Cartier. Estos fueron un regalo de Margaret Greville a la reina madre en 1942. Cinco años después fueron regalados a Isabel II por su boda y ésta se los cedió en vida a Kate, que los ha lucido en varias ocasiones.
Además, lució en su muñeca el brazalete de tres líneas de perlas y diamantes que perteneció a Lady Di.
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