(Foto: Sotheby’s)
El anuncio a finales de agosto del compromiso entre Taylor Swift y Travis Kelce, tricampeón de la Super Bowl, sigue siendo una de las noticias del año. Un evento aún sin fecha de celebración que desató una auténtica fiebre por la joyería vintage gracias al deslumbrante anillo de compromiso de la cantante.
La pieza fue creada por la orfebre neoyorquina Kindred Lubeck. La fundadora de Artifex Fine Jewelry creó el anillo con un diamante antiguo alargado, de entre ocho y diez quilates, engastado sobre una banda de oro de 18 quilates grabada a mano.
Su diseño, con claras influencias victorianas, se aleja de las líneas minimalistas modernas y rinde homenaje a la artesanía clásica.
Su piedra central, de corte Old Mine, genera un brillo más suave y romántico, pensado originalmente para resplandecer bajo la luz de las velas.
El estilo de la cantante ha impulsado el interés por los diamantes antiguos de talla cojín, piezas escasas que datan de los siglos XVIII y XIX y que se valoran por su individualidad.
Como explica Kathleen Smith Craig, especialista en joyería de Sotheby’s, “las inclusiones y pequeñas imperfecciones de estas gemas son su huella dactilar, lo que las hace únicas e irrepetibles”.
Este tipo de diamantes, más cálidos y menos uniformes que los modernos, están resurgiendo entre los coleccionistas y en las subastas internacionales.
Lubeck, que aprendió el arte del grabado a mano de su padre, declaró tras hacerse público el compromiso que su propósito es “mantener viva la artesanía”. Su enfoque se centra en dejar que la piedra “hable por sí sola”, ajustando cada diseño al carácter natural de la gema.
Esta filosofía es evidente en el anillo de Swift, que combina elegancia nostálgica con una ejecución contemporánea.
El impacto del anillo de la cantante ha coincidido con el estreno de Kindred Lubeck en Sotheby’s. Allí subastará junto al comerciante de gemas Anup Jogani una colección cápsula titulada The Gem Drop: Kindred & Jogani.
La subasta, abierta del 10 al 13 de noviembre, incluye tres piezas exclusivas. Se trata de un diamante blanco de 4,05 quilates, un diamante color coñac de 8,66 quilates y un zafiro azul intenso de 5,48 quilates. Todos engastados en oro amarillo de 18 quilates. Cada anillo refleja el estilo característico de Lubeck: detallado, equilibrado y con un grabado que convierte cada obra en una reliquia moderna.
Sotheby’s estima que estas piezas alcanzarán entre 210.000 y 300.000 dólares, aunque se espera que las cifras finales superen las previsiones. Para Lubeck, este momento representa la unión perfecta entre tradición y actualidad. “El grabado a mano me permite dejar una parte de mí en cada anillo, transformando cada gema en algo que cuenta una historia”, ha dicho la diseñadora de joyas.
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