Puede parecer una realidad muy lejana, pero hasta hace muy poco para ver una fotografía era necesario llevar a cabo un revelado. Realizar un proceso químico mediante el cual la imagen del carrete se asentaba sobre un pedazo de papel. Esto, que suena a tiempos pretéritos, ocurría poco antes de la llegada de las cámaras digitales y los teléfonos móviles. Hubo un tiempo en el que no teníamos fotos de todo, absolutamente todo. Sacar la cámara y hacer fotos estaba reservado a ocasiones especiales, vacaciones, cumpleaños y demás celebraciones conjuntas. Días después había que ir a recoger las impresiones y ver el resultado de las escasas ocasiones en las que apretamos el disparador de la cámara.
Polaroid fue la primera en cambiar y sacudir las reglas establecidas. Cámaras que podían imprimir la foto que se acababa de tomar. Antes de la fotografía digital este avance supuso toda una revolución. Más tarde llegaron las impresoras domésticas y todo el proceso se podía hacer desde casa. Los recambios de tinta no eran baratos pero tampoco eran un lujo. En los años 90, dentro de la empresa Polaroid, se comenzó a desarrollar un proyecto denominado Zink. Zero Ink, o lo que es lo mismo, tinta cero. Una solución para que dispositivos digitales pudieran imprimir sin utilizar cartuchos de tinta. Inventaron un papel térmico sobre el que se podía imprimir a través de determinados impulsos de calor. A todo color y sin usar una gota de tinta.
Dentro de la tecnología Zink podemos optar por dos caminos. Artilugios que incorporan todo lo necesario para hacer una fotografía e imprimirla en ese mismo instante y, por otro lado, pequeñas impresoras capaces de materializar fotografías realizadas en otros dispositivos. Llama mucho la atención que Kodak y Polaroid sean los abanderados y principales desarrolladores de esta tecnología. Su presencia no es anacrónica, simplemente están adaptándose a los nuevos tiempos para no desaparecer. Buenas ideas para llegar a clientes actuales, clientes que ni habían nacido en la época de esplendor de estas compañías.
La Kodak Smile classic es la que más rememora el espíritu Polaroid por su forma y tamaño, pero tanto la Kodak Smile Instant print como la Polaroid Mint Instant tienen un menor tamaño y pueden llevarse consigo como un móvil. Con cualquiera de estas cámaras obtenemos impresiones para disfrutar en el momento de la fotografía tomada. Impresiones que pueden ser compartidas en persona con amigos sin necesidad de buscar un “me gusta”. Imágenes que buscan no perderse, y olvidarse, en la inmensidad de nuestra fototeca digital.
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