Algo tiene la historia de los alumnos del Instituto Rydell para que la relación de dos de ellos siga apasionando a varias generaciones. El musical Grease es un cuento de amor que se traduce en diversas canciones de rock y unas coreografías apabullantes sólo aptas para cuerpos jóvenes.
Los productores, al filo de este medio siglo, trabajan ya en una serie televisiva basada en las Pink Ladies, el grupo de chicas al que pertenece “Sandy”, la protagonista. Y también en una precuela en formato cine de la historia de amor de ella y “Denny”, su apasionado pretendiente y líder de los “T Birds” la banda de “malotes” del citado instituto.
La base del musical Grease estriba en el inesperado encuentro entre esta pareja en el centro escolar tras un apasionado verano. Durante el mismo, él se había mostrado como un tierno tortolito frente a la imagen chulesca que tiene al frente de su banda. Él y sus integrantes son, en el fondo, unos pobres diablos cuya máxima en la vida es vestir chupas de cuero y comprarse un coche para competir con las bandas rivales.
Así, el encuentro entre la dulce y engañada “Sandy” y el farsante “Danny” da juego a una historia estudiantil plagada de tópicos made in USA. Los jóvenes fuman sin parar, intentan tontunas amorosas, hay un embarazo no previsto y nos regalan flecos muy propios del lugar y la época en que se desarrolla la trama: el instituto de una pequeña ciudad norteamericana a finales de los cincuenta.
Este montaje navideño llega vestido para la ocasión, eliminando algunas secuencias paralelas y personajes secundarios para adentrarse en el núcleo juvenil. En total cinco parejas que adquieren protagonismo por sí solas, anulando un tanto la presencia de los protagonistas, en especial la meliflua “Sandy” (Mia Lardner) desdibujada en esta versión.
Más acertado está Quique González cuyo apayasado “Danny” se lleva el peso de una función en la que todos están brillantes. En especial por los cantables que interpretan en directo con música en vivo y unas coreografías a veces un tanto acrobáticas, todo con resultado óptimo.
Un vestuario acertado en época y color y una práctica escenografía ponen en pie una versión del musical “Grease” que se distingue por la juventud y frescura de sus intérpretes. Estos demuestran de nuevo y ya desde hace unas temporadas la alta preparación de nuestra masa actoral que cada vez pisa con más seguridad los escenarios españoles.
El público, al que no se le escapa nada, corresponde acudiendo cada vez más al teatro sabedor de que una cartelera atractiva se verá correspondida con un reparto más que acertado.
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