(Foto: Gtres)
El Palacio de Buckingham estaría preparando un funeral para Carlos III. Si bien públicamente no se ha revelado cambio alguno en su estado de salud, altos funcionarios de la corte estarían trabajando discretamente para tener todo preparado en caso de un fatal desenlace. El rey prosigue con el tratamiento contra el cáncer que padece y aunque todos en su entorno más cercano son optimistas, la cautela está presente.
Las palabras que al parecer más se repiten entre las fuentes más cercanas al monarca es que “está luchando contra el cáncer, pero no está bien“. Algunas de esas mismas fuentes, según publican medios británicos, aseguran que está peor de lo que se dice.
Es por ello que la posibilidad de un fallecimiento más pronto que tarde haya puesto en marcha la maquinaria del protocolo que, en estos casos, suele ser perfecta en Reino Unido. Sería algo parecido a lo que ya sucedió con Isabel II cuando tuvo que limitar su agenda pública por los problemas de movilidad que padeció meses antes de morir.
Así, es habitual que el monarca analice con su equipo más cercano los detalles de su funeral y ordene incluso alguna petición personal para cuando éste suceda. Sin ir más lejos, Felipe de Edimburgo pidió que su féretro fuera trasladado en un Land Rover e Isabel II escogió un Jaguar para el mismo menester.
Además, igual que sucedió con su madre, el funeral de Carlos III también tiene un nombre en clave. Si el de la reina se denominó Operación London Bridge el de su hijo se llama Operación Puente Menai. Como se puede imaginar, el nombre no es casual y corresponde a un puente colgante situado en Gales.
El uso de nombres en clave para iniciar la maquinaria protocolaria del funeral de los monarcas es algo que se viene usando en Reino Unido desde hace décadas. A Jorge VI se le enterró bajo el nombre de Hyde Park Corner. La Operación Puente de Tay se usó en el funeral de la madre de Isabel II y Operación Puente de Forth se usó para Felipe de Edimburgo. Sobre todas ellas habría un protocolo base llamado Operación León, que sería un plan general en caso de fallecimiento inesperado de cualquier miembro de la familia real.
En cualquier caso, miembros de la Iglesia anglicana, la Policía Metropolitana o las Fuerzas Armadas conocerían ya los detalles más relevantes del funeral. Estarían al tanto de la planificación del anuncio de la muerte de Carlos III o del período de duelo oficial.
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