Foto: DKNY
Tres fragancias masculinas y otras tres femeninas componen el podio de los perfumes elegidos por los miembros del jurado de la Academia del Perfume y que ya son considerados ‘icónicos’. Son perfumes que nos han acompañado a lo largo de los años y que han sido elegidos precisamente porque ya son imperecederos.
De hecho, la Academia del Perfume define los “perfumes icónicos” como “aquellos perfumes emblemáticos, auténticos iconos, con un valor especial. Bien porque en un momento dado hayan tenido importancia histórica en el sector o sean estandarte de una familia olfativa. Tienen un público fiel y una relevancia actual a pesar del tiempo transcurrido desde su lanzamiento, al menos quince años, en un mercado extremadamente dinámico como es el del perfume”.
Los Académicos emitieron sus puntuaciones para designar los perfumes top icónicos en una evaluación en base a tres factores. Es decir, el olor, la innovación que supuso en el momento de su lanzamiento y la coherencia de la propuesta.
Creada en 1822 por Wilhem Muelhens, cuenta con dos siglos de historia y se trata de un “agua primigenia”, un referente del “agua de colonia”. Está vinculada históricamente con la colonia de Jean Marie Farina que, además de bautizar a este tipo de fragancia creada en la ciudad de Colonia, fue la precursora de la familia cítrica, una de las familias más importantes de la perfumería actual.
Por ello representa “la estructura clásica del origen de la perfumería. Muchos de los perfumes actuales no existirían si no se hubiera creado esta agua de colonia”.
Creada por Carlos Benaïm en 1989, es uno de los grandes iconos de los años 90. Representa la historia eterna de amor a través de un clásico atemporal que evoca la naturaleza y transporta a la frondosidad de los bosques con sus notas amaderadas y aromáticas.
De hecho, el jurado ha destacado de él “la capacidad de traducir en una marca un sentimiento sociológico del momento, la capacidad de fotografíar los momentos sociales”.
Creada por Christina Matthieu en 1991, fue el primer perfume masculino de Kenzo y la primera fragancia amaderada marina inspirada en la naturaleza, en el bambú y la brisa del mar.
El jurado ha valorado que en su momento “fue realmente rompedor con su nota marina, que hoy en día sigue siendo actual”. También representó “un punto y aparte”y se ha convertido en un referente de notas marinas muy bien utilizadas. “Es una fragancia fresca, dinamizante, sin edad, sin sexo y sin clase social”.
Creado por Maruice Roucel en 2004, evoca los conceptos urbanos de “la Gran Manzana” en una creación alegre, agradable y jugosa, más allá de la fragancia, una actitud inspirada en la ciudad de Nueva York.
Su frasco se vende cada dos minutos en todo el mundo. Un perfume joven, cuyo “envase en forma de manzana traspasó todas las barreras. Sencillo, muy estético y revelador de su jugo”.
Creada en 1989 por Sophia Grojsman se ha convertido en un referente de una historia eterna de amor, inspirada en la historia de amor de Eduardo VIII hacia Wallis Simpson. Es sencilla pero sofisticada, floral pero especiada. Es una fragancia que encaja tanto en verano como en invierno, clásica y atemporal.
Creada por Jean Amic y Jean-Louis Sieuzac de Roure en 1977, presenta una asociación de notas orientales, florales y especiadas muy impactante. En su momento rompió con la tendencia de florales verdes para imponer su contraste dulce, pesado y sexual. Dio paso a una fuerza mayor y una sexualidad liberadora para la mujer, por lo que “sentó las bases de muchos otros perfumes posteriores”.
Aun así, la selección de los ganadores continúa y estos se revelarán en la gala cultural de entrega de premios que tendrá lugar en el mes de octubre en Madrid. Será junto con las demás categorías de los Premios Academia del Perfume 2024.
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