Publicaciones de Aurelio Manzano

El próximo domingo, 31 de agosto, se cumplen 28 años de la muerte de Lady Di, la eterna Princesa de Gales. Como todos sabemos perdió la vida en un accidente de tráfico en París en 1997. Su fallecimiento no solo conmocionó al Reino Unido, sino que causó una ola de dolor global sin precedentes. La reina Isabel II tuvo que hacer dos cosas que jamas habría hecho de no ser por el inmenso dolor que el pueblo sentía tras la muerte de Diana. En primer lugar, grabó un discurso para televisión en honor a Diana. Y en segundo lugar y por primera vez en la historia, inclinó su cabeza ante otra persona. Fue delante del féretro de Diana en señal de respeto. La intensa vida de una princesa única Foto: Gtres Diana Frances Spencer nació el 1 de julio de 1961. Su vida cambió radicalmente al casarse con el príncipe Carlos en 1981 en una ceremonia que reunió a más de 750 millones de espectadores alrededor del mundo. Sin embargo, el aparente cuento de hadas escondía profundas tensiones. Su matrimonio, marcado por la presión mediática, las infidelidades de Carlos con Camilla y el distanciamiento emocional, culminó en divorcio en 1996. A pesar de los desafíos personales y del constante acoso de la prensa, Diana logró forjar una identidad propia. Conectó con la gente de una manera que pocos miembros de la familia real habían logrado hasta entonces. Su cercanía con los sectores más vulnerables y su trabajo humanitario la convirtieron en una figura admirada dentro y fuera del Reino Unido. Fue pionera al abrazar públicamente a pacientes con VIH/SIDA en un momento en que el estigma era generalizado. Y se comprometió activamente en campañas para prohibir el uso de minas antipersona en zonas de conflicto. La trágica muerte de Lady Di Foto: Gtres La noche del 31 de agosto de 1997, Diana murió en un trágico accidente en el túnel del Alma, en París. Lo hizo junto a su entonces pareja, Dodi Al-Fayed; y el conductor del vehículo, Henri Paul. La reacción del público fue inmediata: millones de personas dejaron flores frente al Palacio de Kensington y el dolor colectivo se manifestó a lo largo de varios días. El entonces primer ministro británico, Tony Blair, la definió como “La Princesa del pueblo”, una frase que quedó grabada en la memoria colectiva. La respuesta inicial de la familia real, especialmente de la Reina Isabel II, fue duramente cuestionada. Su aparente frialdad frente a la tragedia obligó a la Casa Real a reconsiderar su relación con la opinión pública y con los medios de comunicación. El legado de Diana sigue presente (Foto: Gtres) Hoy, casi tres décadas después de la muerte de Lady Di, su legado sigue presente. Sus hijos, el príncipe William y el príncipe Harry, continúan recordándola públicamente y han reconocido su influencia en su vida personal y en su labor filantrópica. William, heredero al trono, ha seguido una línea más institucional; mientras que Harry ha optado por un camino independiente. Se trasladó a Estados Unidos junto a su esposa, Meghan Markle, y alejándose de sus funciones reales. Ambos han destacado cómo la vida -y la muerte- de su madre ha moldeado sus decisiones. Un símbolo atemporal Foto: Bonhams A 28 años de su muerte, Diana de Gales no es solo un recuerdo: es un símbolo atemporal. Una leyenda. Su impacto en la monarquía, en la sociedad y en la cultura popular demuestra que, a pesar del paso del tiempo, su legado sigue tan relevante como el primer día. Después de su divorcio, un año antes de su muerte, la reina Isabel le retiró el titulo de Alteza real, aunque le permitió que fuera llamada Diana, princesa de Gales. Un título que saltó directamente a su nuera y que Camilla jamás pudo usar. William le prometió a su madre, en su momento, que cuando fuera rey le devolvería el tratamiento de Alteza Real. Veremos si finalmente lo hace cuando sea el soberano.

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El legado de Diana de Gales sigue vigente 28 años después de su muerte

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